Concierto: Conmemoración del 700 aniversario de la Sinagoga de Córdoba.

Orquesta: West-Eastern Divan.

Director: Daniel Barenboim.

Programa: Obras de Boulez, Debussy y Ravel.

La gran expectación creada ante la visita de la Orquesta West-eastern Divan dirigida por Daniel Barenboim fue superada con creces por su actuación en la noche del viernes, que comenzó con un cambio en el programa: se dedicó la primera parte a Dérive II de Boulez, un tejido sonoro --creado por una mini orquesta enriquecida con vibráfono, marimba y arpa-- de sólido desarrollo e inesperados hallazgos tímbricos que transitó por atmósferas diversas recreadas en sorprendentes y tensas texturas.

La interpretación, fluida y precisa, no dejó constancia de la extraordinaria dificultad que entraña la partitura para director e intérpretes, aunque a juzgar por algunos comentarios escuchados durante el descanso, hubo quien no lo valoró de igual forma.

Una inusual disposición de la orquesta, con los contrabajos detrás de la percusión y los violonchelos en el centro mejoró la acústica en la segunda parte, que arrancó con deliciosa languidez en el Preludio a la siesta de un Fauno de Debussy y continuó con la Rapsodia española , la Alborada del gracioso y la Pavana para una infanta difunta .

Barenboim ejerce una autoridad natural, un liderazgo innato ante su orquesta --que demostró una calidad difícilmente superable--, lo que le permite conseguir un impecable sonido de gran intensidad expresiva; si a ello sumamos una dirección sabia, rica en sutiles cambios de dinámica, cargada de matices, el resultado en las obras de Ravel es excelso: vibrantes cuadros rebosantes de sensualidad meridional, imágenes soñadas de un colorido y una luminosidad deslumbrantes, pizzicatos sísmicos, viveza y frescura invadieron los oídos y el ánimo del público hasta llegar al Bolero : Barenboim dio el primer compás a la caja, dejó su batuta y se sentó detrás de los primeros violines, dejando a la orquesta crecer hasta entregarse y entregarnos a ese genial crescendo y su dionisíaco final en una maravillosa celebración de la vida ofrecida por un puñado de palestinos e israelíes que saben de armonía. ¡Bravo!