Anacleto nunca falla". Es la frase de guerra que repite Imanol Arias a lo largo de la adaptación cinematográfica de uno de los tebeos más célebres de la cultura popular española y que ahora se viste de largo para convertirse en una de las películas más ingeniosas y trepidantes de la temporada. Surgido de la imaginación y el trazo del historietista Manuel Vázquez Gallego en los 60, Anacleto se convirtió en la particular versión hispana del arquetipo de agente secreto que había contribuido a asentar algunos iconos anglosajones como James Bond o Superagente 86. Pero, como no podía ser de otra manera, se encontraba revestido en este caso de los tics y las particularidades de nuestra idiosincrasia al mismo tiempo que se inundaba del costumbrismo de la época a través del elemento satírico propio de la Escuela Bruguera.

Y todo ello mediante una deliciosa combinación de humor y acción, de risa y frenesí cinético, que es lo que ha conseguido plasmar Javier Ruiz Caldera en esta revisión de las aventuras del personaje, Anacleto: Agente secreto , que llega hoy a los cines. Todo un homenaje a la magia y el espíritu del tebeo original, pero con muchas dosis de frescura contemporánea, como marcan los nuevos tiempos.

El punto de partida era el siguiente: ¿qué habrá sido de Anacleto 30 años después? ¿Cómo se habrá integrado en la sociedad actual? Ese es el reto ante el que se enfrentaban los guionistas de la película, Fernando Navarro, Pablo Alén y Breixo Corral a la hora de darle una nueva vida al personaje. Y como resultado nos encontramos ante un Anacleto crepuscular que se siente "demasiado viejo para esto", pero que mantiene su espíritu intrépido, dispuesto a pelear para instaurar el bien dentro de un mundo en el que ya no parece tener cabida, en una España acusada por los recortes en la que ni siquiera hay dinero para mantener la agencia de seguridad. Pero ahí está él, luchando contra su archienemigo, Vázquez (Carlos Areces), y teniendo que defender a su hijo, Adolfo, que ni siquiera conocía su identidad secreta y ahora se encuentra en peligro.

Quim Gutiérrez da vida a Adolfo. El es el representante de las nuevas generaciones. Un treintañero con problemas mundanos, normales y corrientes, cuya mayor preocupación es ser incapaz de sacarse el carnet de conducir y enfrentarse a la ruptura con su novia, Katia (Alexandra Jiménez).