Diversas, novedosas y oportunistas publicaciones están apareciendo en 2013 y 2014 con motivo de celebrarse este último el aniversario de Platero y yo , la universal obra de Juan Ramón Jiménez que vio la primera luz en diciembre de 1914. Una de estas novedades es la titulada Por obra del instante. Entrevistas , que de la mano editora de Soledad González Ródenas reúne casi cien textos de diferente naturaleza, la mayoría ciertamente entrevistas --aunque algunos también son encuestas o cuestionarios--, que constituyen un ingente volumen que suma la totalidad de quinientas páginas a través de las cuales el lector consigue una rica y plural información sobre el inmortal poeta onubense, a quien nos acerca su propia palabra y, en ocasiones, el punto de vista de su esposa Zenobia que aparece plasmado en el Anexo 2 que completa y cierra el volumen.

SENSIBILIDAD DE POETA

Para asimilar con mayor aprovechamiento el vasto mundo literario que hallaremos reflejado en estas prosas periodísticas no debiéramos pasar por alto el prólogo con que la editora nos las presenta, asegurando primero que "Probablemente ningún otro autor español tenga una biografía mejor documentada, y al mismo tiempo peor conocida", y luego afirmando que en ellas "Juan Ramón asombra por su honestidad y su franqueza, alejada de conveniencias y diplomacias". Sin duda, para inaugurar ese conocimiento biográfico del poeta moguereño se inicia el libro con una breve semblanza debida a Lorenzo N. Celaya (quien lo muestra interesado por una literatura nueva y moderna) y enseguida con dos conocidos textos de Rafael Cansinos Assens que sirven para prefiguar la ambientación literaria del Madrid de la época, en donde se mueven entre otros Villaespesa o Antonio Machado (ahora también deviene en actualidad en el 75º aniversario de su muerte). Del mismo género que estos primeros son otro conjunto de capítulos debidos a plumas tan prestigiosas como Ramón Gómez de la Serna, Rafael Alberti, José Antonio Muñoz Rojas... En puridad no son entrevistas, sino semblanzas, crónicas periodísticas o prosas de recuerdos que le dedican amigos y conocidos suyos, como aquella que escribe Francisco Pompey con motivo de su visita a Moguer en 1911, por cuyo texto conocemos, entre otras muchas curiosidades, que Juan Ramón había frecuentado en Madrid a Romero de Torres, o que por entonces ya había desarrollado su caráter introvertido, dibujándolo como un hombre que "comía muy poco, aborrecía el vino, el tabaco, lo vulgar y el ruido. Era en todo el poeta exquisito", a lo que además añade que entonces su preocupación fundamental era "que sufría no ganar dinero con sus versos, para ayudar a su madre y a su hermano" (pág. 55). Y de este 1911 son también las declaraciones de Juan González Olmedilla, que al tratarlo igualmente en Moguer descubre --qué bien viene recordarlo ahora en el aniversario de Platero-- la pena que le invadió cuando murio su íntimo compañero, pues "De chiquillo, el niño de los Jiménez se iba montando en él hasta las viñas de su padre". Ya el lector, en estos capítulos, va haciéndose una cabal idea de la personalidad, preocupaciones y aficiones del poeta, del que trasparece su verdadero conocimiento de la lírica española y su honda vocación al declarar, por ejemplo, que: "He sido poeta siempre, si --como dice Poe-- para serlo es necesario entregarse a la poesía por entero".

CONTEXTO LITERARIO

Es este un libro para degustarlo con tranquilidad, deteniéndose en innúmeros detalles que inesperadamente quedan realzados en tal o cual entrevista ("detesto cuanto lleve el sello de la ostentación o publicidad", aclara el poeta para la revista Cromos de Bogotá en 1925), un libro que será imprescindible para los estudiosos del escritor de Moguer y del contexto literario que lo rodeaba, al que de tan múltiples formas recrea Juan Ramón en textos que --aunque estén publicados en otros lugares-- aquí aparecen conjuntados entrelazándose unos a otros para conformar un complejo panorama de una de las etapas más florecientes de la literatura española como es la de la primera mitad del siglo XX, bien sea por referirse a tan insigne y único poeta (véase, como ejemplo, Juan Ramón Jiménez , de Gerardo Diego, págs. 163-167) bien a otros nombres por entonces ya sobresalientes (el caso de la entrevista a Juan Ramón sobre La literatura española hoy. Conversaciones con Juan Ramón Jiménez , págs. 182-185). Se trata, muchas veces, de conversaciones o charlas distendidas que con el alto poeta moguereño mantienen periodistas o críticos extranjeros de Hispanoamérica (Cuba, Argentina, Puerto Rico...) o de países europeos (así, sendos textos publicados en inglés, Young Spanish Writers Worth Watching ; en alemán, Das Spanische Schrfttum heute , o en francés, Entretien avec Jiménez ).

Observamos que algunas de estas prosas descubren opiniones o posicionamientos socioliterarios de Juan Ramón, como ocurre cuando este responde a la cuestión sobre si el escritor debe "tomar partido desde su obra": "El poeta no puede estar, ser obligado 'en poesía' a nada. Pero puede obligarse él mismo a todo si lo hace con noble entusiasmo y alta fe"; añadiendo después que "siempre me parecerá preferible hacer poesía de la política que política de la poesía". Lo cierto es que ese amor a la poesía y ese enraizamiento en la cultura española fueron los que mantuvo vivos allí donde se encontró después de salir de España, cuyo itinerario vital incluso podemos seguir a través de las entrevistas que se le iban haciendo en 1936 en Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico, en 1938 en Nueva York, en 1948 en Buenos Aires o Uruguay.

Aunque este es un libro denso que, como decimos, debe ser examinado sin prisa, no es un libro farragoso sino de evidente agilidad expositiva y gran versatilidad, a lo que sin duda contribuye tanto la extensión de los capítulos --muchas veces de solo dos o tres páginas-- como su estructuración desglosada en pregunta y respuesta o su frecuente división en parágrafos, como: Su familia. Sus recuerdos; Su credo estético; Propósitos inmediatos; España . Este ultimo epígrafe es tan explícito que nos sitúa en una línea claramente sociopolítica de la investigación, orientando por tanto en su título general, El credo estético y la actitud política de Juan Ramón Jiménez , el posicionamiento de un escritor al que se definía como hombre que "Cree en la república democrática. Lamenta que los militares no apoyaran al gobierno que tenía esa tendencia político-social". Además, el lector reencontrará este asunto como un rebrote en diversos lugares del volumen, entre otros en la página 239 ("mis simpatías están con las personas que representan la cultura, el espíritu español que son los que trajeron a España la República"), en la 245 (donde se resaltan estas palabras suyas: "El gobierno de Azaña tiene todas mis simpatías porque representa la cultura y la civilización"), y es asimismo temática que se trata por extenso en la titulada Una entrevista con Juan Ramón Jiménez , de Eddy Chibás (págs. 248-258), publicada en La Habana en 1937 cuando ya el escritor había salido de España y se atrevía a afirmar abiertamente que "no espero nada tampoco del 'posible' triunfo de las derechas, en las que tengo amigos a quienes respeto y quiero". A esta cuestión inalienable y personal se vuelve de nuevo en la página 299, cuando a la pregunta "¿Por qué no regresa a España?", responde el ya exilado poeta: "Porque me gusta vivir en libertad".

REMEMBRANZAS DE PLATERO

Tienen una oportuna actualidad las frecuentes referencias y explicaciones al libro de Platero y yo : "Platero es un libro de niño y si tiene alguna poesía es la verdadera que ofrecen el paisaje, las cosas a los ojos iletrados de los niños" (pág. 223); "Platero es en realidad un recuerdo de mi juventud. (...) al escribir este libro mezclé mis recuerdos de juventud con la figura simbólica de Platero, el burro gris" (pág. 229). Muy concretamente, a las andanzas de este "dulce borriquillo que pace en los cielos de Moguer" le dedica Héctor P. Agostí sus cinco páginas (de 327 a 331) tituladas Juan Ramón y Platero . Por cierto, de esta tan emotiva obra escribe también Antonio Salgado en 1948 que "alcanza la perfección idiomática, hasta tal punto que las autoridades educacionales argentinas lo han adoptado como libro de texto para los estudiantes secundarios". En una de estas explicaciones, la voz del poeta concluye que "Platero era para mí el nódulo, la concreción, la formalización anatómica del gran misterio de la naturaleza poética, en el concepto de Goethe" (pág. 312). Igualmente podemos calificar de oportunas cuantas citas, apreciaciones o comentarios traen a colación la persona de Antonio Machado, del que Juan Ramón dice que "es el poeta español que en el ambiente hace poesía que es espíritu", y lo incluye en el grupo de sus admirados al decir que "aun cuando yo crea que los mejores siguen siendo Unamuno y Antonio Machado". Elogio certero y concreto es el que hace igualmente de Miguel Hernández, cuyo verdadero compromiso contrapone al de otros correligionarios al decir que estaba en las trincheras "y no quiso que lo sacaran de allí, mientras no libertaran a sus compañeros (...). Los demás estaban en las embajadas, en Madrid, comiendo muy bien (...) pero no iban a las trincheras" (pág. 342).

LA BELLEZA, SU PASION

El párrafo precedente nos confirma que con cierta asiduidad hallamos en los textos de estas entrevistas alusiones y requerimientos sobre las preferencias literarias de Juan Ramón y sobre sus ideas literarias, algo que de modo muy concreto advertimos, por ejemplo, en Invitación a un juicio sobre la poesía actual. Respuesta a 'Caracola' de J.R.J. (págs. 405). El nunca eludió pronunciarse con sinceridad y así, por ejemplo, al margen de lo que pensara sobre los escritores españoles --entre los clásicos, decía, "los que más me interesan son: Góngora, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz"-- en varias ocasiones declaró su alta estima de los poetas ingleses, pues "creo que la poesía lírica inglesa es la más grande del mundo". Esto, desde luego, no es óbice para que paralelamente manifieste su enraizamiento en lo español, defendiendo por ejemplo el alto magisterio ejercido ante él por Rubén Dario y Bécquer (pág. 290). También por múltiples razones, la más evidente porque refleja las antedichas orientaciones literarias del famoso Premio Nobel español, ha de destacarse el Coloquio con Juan Ramón que sostiene un escritor tan significado hoy como José Lezama Lima, en 1938, artículo plagado de confesiones literarias en las que el poeta habla abiertamente de sus preferencias y donde alaba concretamente los metros que dice haber utilizado "en mi adolescencia poética" y que "son el romance octosílabo, la canción y el verso libre que yo llamo 'desnudo', y que nada tiene que ver con el llamado verso libre o blanco..." (pág. 275). Es en todo este mundo de confesiones donde el escritor se dibuja con su carácter, sus aficiones, su inmenso amor a España, sus momentos de enfermedad, su tristeza y derrumbamiento tras la muerte de Zenobia (en pág. 420), su entrega a la poesía, sus influencias literarias y su búsqueda de un camino lírico personal con su correspondiente hallazgo definitivo: "Aludo a la Belleza. No he hecho, desde que escribo poesía, otra cosa que buscarla buscándome. El dios de la Belleza, he ahí mi religión, si puede hablarse en tales términos" (pág. 317). Muy directo, muy seguro se muestra también cuando, al requerírsele sobre la edad en que comenzó a escribir, responde: "A los 18 años" (pág. 339); aunque este dato en otro lugar (véase la pág. 392) se adelanta incluso a los 14 años y vuelve a concretarse al afirmar: "Empecé a escribir a los quince años, pero a publicar un libro a los diecisiete" (pág. 412).

El titulado Llegó ayer y nos habló de poesía un gran poeta español (pág. 288 y siguientes) es capítulo que ahora nos podría servir para sintetizar cuantos aprendizajes hemos hecho con la lectura de este intenso volumen de entrevistas, en las que en alguna que otra ocasión se reproducen también alguna charla o alguna carta en donde contesta por escrito a cuestiones que previamente se le habían propuesto (sería el caso de Carta de J.R.J. a Guillermo Díaz-Plaja ). En uno de sus últimos renglones se hace una constatación que puede ser el balance efectivo de todo este libro, del que concretaremos que "Es la comunicación íntima de un espíritu generoso, atento a la réplica, deseoso de comprender y de que se le comprenda". Y así, la morosa lectura que hayamos ido haciendo deberá concluirse recordando la primera e imprescindible observación que nos hacía Soledad González Ródenas: "Cuanto más indagamos en la figura de Juan Ramón Jiménez más compleja y atrayente nos resulta su personalidad".

El lector tiene que advertir que en todo momento se califica al poeta como un hombre conversador y amistoso; así lo define Lezama Lima en su contribución El momento cubano de Juan Ramón Jiménez , y es también como lo retrata Raúl Amaral en la suya al describir su nitidez y originalidad, pues "Juan Ramón es un discreto conversador que no gusta repetir lo ya expresado, sino brindar nuevas sensaciones, nuevas ideas" (pág. 333). Según estas páginas, la solicitud con que se le buscaba tuvo siempre buena acogida por parte del escritor, de quien el corresponsal de El Diario , de Paraná, afirma que "cuando supo que éramos periodistas, nos abrió su alma". Y como es bien sabido, y este libro nos refrenda en variadas ocasiones, en esa definida y compleja personalidad suya tenía un peso específico la conocida, necesaria y unívoca correspondencia emotiva entre Juan Ramón y Zenobia Camprubí, que Françoise Pechère rememora en Historia de una amistad , y en cuyo último párrafo --a la altura de 1974-- confirma que "su recuerdo perdura en nuestra existencia como un gran rayo de luz. El haber conocido a seres tan nobles da confianza en la Humanidad y ayuda a vivir".

'Juan Ramón Jiménez. Por obra del instante. Entrevistas'. Edición: Soledad González Ródenas. Edita: Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2013.