Como toda ciudad que se precie, Priego tiene su patrón, aunque en el caso de San Nicasio, protector de la localidad desde que un lejano 14 de diciembre de 1409 terminara el asedio al que Muhammad VII había sometido a la localidad, su celebración ha pasado por distintos avatares iniciándose en los últimos años una lenta recuperación gracias a la implicación de la hermandad de Nuestra Señora de la Aurora, de la que el que fuera obispo de Reims es cotitular.

Y es que a diferencia de otros puntos de la geografía provincial, regional o nacional, San Nicasio ha sufrido un cierto "ostracismo" por parte de los prieguenses, siendo escasos los residentes en la localidad de la Subbética que utilizan el nombre de su santo patrón, cuya celebración, para más inri, perdía hace varias décadas el privilegio de ser fiesta local, en detrimento de otras celebraciones mucho más contemporáneas.

De ahí la importancia que tiene la iniciativa de la hermandad de la Aurora, ubicada en el templo en el que se veneran las reliquias del Santo, y que hace unos años comenzó una recuperación de esta celebración rescatando tradiciones antaño indisolublemente ligadas al 14 de diciembre, como era el desfile de una comitiva con el llamado pendón de los Zamorano , que era tremolado en la plaza principal por el Alcaide de la villa.

Sin el boato de tiempos pretéritos, la hermandad ha recuperado esta tradición, desfilando en la noche del 14 de diciembre con una copia de esta enseña militar que representa una alegoría del episodio acaecido en 1501, cuando Martín Zamorano, alférez de la caballería de Priego, salvó al que luego sería primer marqués de la localidad, Pedro Fernández de Córdoba, cuando éste fue herido en Sierra Bermeja en una escaramuza morisca.

Así y tras la celebración de una Eucaristía, la comitiva se dirigió a la plaza de la Constitución, realizando una ofrenda floral al mosaico de San Nicasio instalado frente al Ayuntamiento, compartiendo posteriormente todos los asistentes unos mantecados y licores del Santo , que poco a poco va recuperando su protagonismo, al menos el día de su onomástica.