Se llaman piostros a las cabalgaduras engalanadas que participan en la fiesta que cada año los días 7 y 8 de septiembre se dirigen a la ermita de la Virgen de Piedrasantas encabezados por sus mayordomos.

La característica esencial de la comarca de Los Pedroches durante la Baja Edad Media y la Edad Moderna es la organización de un sistema mancomunado de explotación de una extensa dehesa, denominada de La Jara, Raíces y Navas del Emperador. Desde 1492 hasta el año 1837, la ermita de Piedrasantas será el lugar elegido por los concejos de las villas realengas de Los Pedroches para las reuniones donde organizar la explotación de sus términos.

Aparte de reuniones de carácter extraordinario, los representantes de los concejos de las Siete Villas celebraban un encuentro anual en la ermita de Piedrasantas cada 8 de septiembre. Y no es casualidad que ésta sea la fecha en la que los vecinos de Pedroche, los piostros, siguen peregrinando a la ermita con sus caballos y mulas. El nombre se debe posiblemente a una corrupción de la voz piostre, con la que se designaba a las autoridades que encabezaban las romerías religiosas.

El origen de la fiesta pudo estar en los desplazamientos de representantes concejiles y acompañantes de cada uno de los pueblos que acudían en estas fechas a esta reunión con sus monturas. En los años finales del siglo XV, estas reuniones pudieron dar lugar ya a verdaderas "romerías", con las que de alguna forma se recuerdan esos tiempos no tan lejanos en los que los habitantes de las aldeas, como vecinos de Pedroche, acudirían a las celebraciones que tienen lugar en la villa madre. El convite, en el que se sirve vino con melocotones, los trajes y el folklore que rodea la fiesta evoca tiempos pasados. Hasta la construcción del puente sobre el arroyo Santa María en 1913, las caballerías servían para facilitar el paso por este arroyo, que en años de lluvia venía crecido.