Un total de 45 propietarios de instalaciones agroganaderas, residencias en el campo o pequeñas explotaciones han sido expedientados tras la investigación que ha realizado a lo largo de siete meses la Guardia Civil del puesto de Baena, que ha encontrado conexiones ilegales que permitían a sus propietarios sustraer y defraudar a la empresa local del agua de Baena y Albendín, Aqualia, una enorme cantidad de suministro. En total, se estima en casi unos 74.000 metros cúbicos anuales el agua sustraía, con un coste, a valorar aparte daños en la red y derivados del perjuicio a toda la población, de unos 225.000 euros, informaron ayer el teniente coronel jefe de la Comandancia de Córdoba, Juan Carretero, junto al teniente en el puesto de Baena que ha liderado la investigación, José Antonio Hidalgo.

La actividad «delictiva» y «criminal», aunque recogida como «falta leve» en el Código Penal y suceptible por tanto solo de la imposición de una multa, es sin embargo «profundamente insolidaria» e «inmoral», recordó el subdelegado del Gobierno de España en Córdoba, Juan José Primo Jurado, durante el encuentro con la prensa de ayer en el que se dio detalles de la investigación realizada, bautizada como Operación Sequía.

Al respecto, los máximos responsables de la Subdelegación del Gobierno y de la Guardia Civil en Córdoba recordaron cómo el agua es un bien básico que tiene mucho más valor en un territorio siempre falto de este recurso como es Córdoba, y más aún en tiempos de sequía como los actuales, en donde se están tomando medidas ante el fuerte déficit hídrico.

DAÑOS MÁS ALLÁ DEL COSTE / La gravedad de este fraude al consumo de agua se incrementa al tratarse de agua potable cuya depuración tiene un coste muchísimo mayor al de la simple agua de riego. Capítulo aparte, están los problemas que estos robos han generado en la red, deteriorando las conducciones principales, originando balsas de agua y más pérdidas difíciles de cuantificar y obligando a continuos cortes en el vecindario, bien por el daño directo producido por los defraudadores o por la necesidad de reparar las averías causadas.

La causística de los robos de agua detectados en esta zona de Baena y Albendín es extensa. Así, se encuentran desde riegos nocturnos tras los que se desmontaba la tubería para no dejar rastro hasta la manipulación de los contadores o, la tipología más compleja y pensada para defraudar grandes cantidades de agua, que consistía en la construcción y posterior ocultación (a veces a base de obra de mampostería o enterrándola a metros de profundidad) de un bypass que mantendría el contador pero que sustraía el caudal de agua pasándola a otro punto.

Para descubrir estas conexiones, la Guardia Civil llegó a utilizar, en colaboración con los técnicos de Aqualia y asesorados por ellos, máquinas retroexcavadoras (en ocasiones llegaron a varios metros bajo la rasante), microcámaras endoscópicas que fueron introducidas en las canalizaciones principales, manómetros para medir los cambios en la presión del suministro y geófonos acústicos, explicó a la prensa ayer el teniente Hidalgo.