--Hace unas semanas trascendió la noticia de que haría el segundo edificio más alto de Marruecos, una gran torre de 140 metros de altura y tres edificios de siete plantas. ¿Qué supone para usted este proyecto?

--Supone poder trabajar en un país que me fascina. Me gusta trabajar mucho cerca de casa, siempre se trabaja más cómodo y culturalmente se comprende mejor. Prefiero Francia y Marruecos que no países muy distantes y es una gran ocasión. Los vínculos con Andalucía y Marruecos son seculares, tan intensos que me hacen sentir muy cómodo. Es una gran ilusión hacer este primer gran proyecto en Marruecos. Estamos en las fases de desarrollo del proyecto. Estamos en una fase preliminar.

--Decía que se siente cómodo trabajando cerca de Andalucía. ¿Estarán presentes las raíces cordobesas en el desarrollo de este edificio?

--Sin duda. El propietario, cuando nos conocimos, me preguntó: ¿Es usted andaluz? Sí, le contesté. "Yo, también", me dijo. ¿Cuándo se marchó usted de Córdoba?, me preguntó. Pues hace unos 20 años. Y él me dijo: "Yo hace unos siglos más".

--¿La arquitectura es para usted una expresión de arte?

--Sí, siempre se ha definido como un arte. Aunque se intentan desdibujar últimamente las fronteras entre lo que es arte y lo que no lo es, creo que sigue habiendo las mismas fronteras, a pesar de los nuevos modos de expresión que se pueden considerar arte. Recuerdo que en la escuela de arquitectura me pidieron que pintara una casa para un artista e hice una casa para un torero. Me echaron una bronca monumental que todavía recuerdo. Pero, sin embargo, es en lo que me sentía cómodo. Cuando hablaba de cliente, hablaba de esto. Una casa, sí, ¡Qué bonito hacerla para un torero!

--Pero, ¿hay un perfil que defina su creación? ¿La obra de Rafael de la Hoz tiene unos rasgos definitorios que la distinguen de otros estudios arquitectónicos?

--Creo que eso le pasa a todo el mundo que hace algo. Evolucionamos con el tiempo. Realmente pienso que no hay una línea estilística que pueda relacionar todo este trabajo, pero, sin embargo, muchos amigos me dicen que sí es reconocible. Es muy difícil evitar la huella dactilar en la obra.

--¿Ha cambiado mucho la arquitectura en los últimos años?

--Sí y no. En arquitectura una de las cuestiones previas que hay que plantear es de qué lugar del planeta estamos hablando. La arquitectura en Somalia no ha cambiado nada en un siglo y en otros países ha cambiado vertiginosamente. La globalización ha ampliado nuestra mirada, nos ha hecho trabajar en otros lugares y estas generalidades de decir si la arquitectura ha cambiado mucho o poco, normalmente es una cierta miopía que se circunscribe al ámbito local en el que trabajamos. ¿Cuánto ha cambiado en España? Mucho, es verdad, pero también porque España ha cambiado mucho. De la Córdoba que conocí cuando era niño a la Córdoba de nuestros días hay un abismo. Pero esto no es así en otros lugares del planeta y, sin embargo, en países con un desarrollo tan importante como España la arquitectura no ha sido ajena a lo que ha sucedido con toda la sociedad.

--¿Cómo es su relación con Córdoba en la actualidad?

--Yo he citado mucho esta anécdota de Manolete, que decía que triunfaba en México, pero que lo que le daba miedo era volver a Córdoba y ver lo que opinaban allí. Siempre hay esta relación con el lugar en el que naciste, donde están tus amigos del colegio, parte de tu familia, tus raíces, los recuerdos. El reconocimiento en Córdoba tiene un plus, sin caer en el localismo. Obviamente hay que mirar fuera e intentar recibir el reconocimiento cuando se ha hecho bien. No es una relación muy diferente a la de los españoles, con esta irracional pasión por el lugar en el que nacimos que no hay manera de explicarla.

--Existe cierto debate político con su propuesta de reforma del centro de congresos. ¿Qué le parece este debate?

--Por no estar en el día a día, tengo la sensación de que me he perdido algo. Seguí el proyecto al principio, cuando Koolhaas ganó el concurso. Ahora hay un concurso y estamos evaluando presentarnos.

--¿Todavía no han decidido si se presentarán?

--Estamos viendo las fechas, que nos encaje en la programación. Yo creo que sí, que participaremos, voy a hacer todo lo posible, pero son unas fechas muy ajustadas.

--Hablando de Córdoba, en los últimos años han entrado en crisis empresas constructoras de Córdoba que destacaban en el ámbito nacional y andaluz, ya sea Noriega o Prasa, por citar algunas. ¿Cómo analiza usted esta situación? ¿Se podía pensar que terminaría ocurriendo esto?

--El mundo financiero, económico y el capitalismo es algo tan complejo, con tantos aspectos... No logro comprenderlo. Me tranquiliza comprobar lo que se opinaba. ¿Quién supo ver que sucedería esta confluencia de marea y viento en contra? Cuando la marea y el viento en contra se unen se forman unos remolinos espantosos, que es lo que ha sucedido. Es una globalización y una crisis financiera que se han unido y han creado esta catástrofe. Siento lo sucedido con estas grandes inmobiliarias que estaban haciendo tantas cosas en España y fuera del país, que hayan sufrido esta debacle. Pero no creo que se les pueda acusar de falta de perspicacia, intuición o previsión, porque como tantos otros no lo supimos ver en España y fuera de ella. ¿Que acertó alguien? Creo que fue algo casual y aquel que supo verlo, enhorabuena, y reprocharle que no nos avisara.

--¿Qué edificio le gustaría que le encargaran en Córdoba?

--Me gustaría arreglar, entre comillas, la Mezquita, aunque la Mezquita no necesita que nadie le arregle nada. Pero hay algunas cosas que me duelen cuando la visito, cuando entro a rezar a Minerva o a la diosa de la arquitectura. Ya no hay quien toque nada, pero como estamos hablando de sueños, esto es un sueño.

--Su padre, un firme creyente, pensaba que lo mejor era sacar la Catedral de la Mezquita y recuperar el antiguo gran esplendor del monumento. ¿A usted qué le sugiere esta idea de su padre?

--A mi padre le divertían mucho esas cosas. Sabía perfectamente que era inviable por el momento histórico, pero era una diversión arquitectónica e intelectual. No era el único que compartía eso. ¿Sabe lo que sucede? En esos asuntos un arquitecto está viendo espacio y arquitectura y hay otros componentes de orden intelectual, incluso sentimental y religioso, que se superponen. Al opinar así no tenemos en cuenta eso, o por lo menos yo no tengo en cuenta la consideración religiosa. Para mí no es trascendental a qué Dios se reza allí dentro, lo importante es rezar. Esto nos deja, a veces, perplejos, que el debate se mezcle con estas cosas. A mí lo que me interesa es el edificio, que es una de las grandísimas joyas que la humanidad ha heredado, y la responsabilidad de conservarla es inmensa.

--¿Qué le duele de la Mezquita?

--Pequeños detalles muy técnicos. Los árabes inventaron la arquitectura de reciclaje y ampliable, la Mezquita de Córdoba es un modelo universal en la creación de esto que hasta entonces no existía. Las columnas, como todo el mundo sabe, las tomaban de los templos romanos, por lo que cada columna tenía una altura y a la hora de igualarlas lo que hacían era enterrar la basa. Un arqueólogo quiere ver la basa y se excavó para ver cómo eran las basas, si eran visigodas o romanas. A un arquitecto le interesa bastante menos el origen arqueológico o histórico de la basa, pero sí la altura del espacio. La altura original de la Mezquita fue alterada. ¿Por qué no la restituimos? ¿No se merecen los señores que hicieron esta obra que se respete la altura con la que la concibieron? Yo veo la herida, la desproporción. El arqueólogo ve el placer de contemplar la basa. Son puntos de vista.

--Por cierto, ¿qué le pareció la propuesta del Cabildo de abrir una puerta para la entrada de los pasos de Semana Santa?

--Es muy razonable que el Cabildo traslade la petición de las cofradías de Córdoba, que desean entrar en su Catedral. El problema que tiene Córdoba es que tiene una catedral que es una mezquita. Los templos cristianos son templos de imaginería, están pensados en el origen griego del templo, que es la casa, donde está el Dios representado. Eso no existe en el mundo islámico, porque no hay imaginería. Es inconcebible que un Dios vaya a entrar en una mezquita y, por lo tanto, no hay que entrarlo o sacarlo; por eso está llena de columnas. Ahora queremos hacer algo muy complejo. Se encontrará la solución.

--¿Medina Azahara debe ser patrimonio de la humanidad?

--Es que lo es. Para mí no existe debate. Medina Azahara es patrimonio de la humanidad. Podemos debatir si es arquitectónico o arqueológico, pero lo es.