A pesar de que una ordenanza municipal lo dice claro: "en las fuentes decorativas, surtidores, bocas de riego, etc. no se permitirá beber, utilizar el agua de las mismas, bañarse o introducirse en sus aguas, practicar juegos, así como toda manipulación de sus elementos", es fácil pasear por cualquier plaza de la ciudad que esté decorada con elementos acuáticos, como la plaza de las Tendillas, y encontrarse a más de un cordobés o turista que se refresca en los numerosos chorros que adornan el centro de la ciudad.

La norma está recogida en el artículo 25 de la ordenanza municipal de protección del medio ambiente urbano en relación con las zonas verdes, publicada el 17 de marzo de 1997. Una regla que tiene 17 años y sigue estando vigente.

En una ciudad como Córdoba, donde cualquier día de julio o agosto es fácil alcanzar, o sobrepasar, los 40 grados, resulta contradictorio para muchos turistas la ordenanza actual. Una familia de irlandeses que pasan unos días en la ciudad aprovechan las horas de más calor para refrescarse. "Sabemos que no está bien hacerlo, aunque no sabíamos que estaba prohibido, pero los niños necesitan mojarse para aliviar el calor", afirma Aidan, el padre de dos niños de 7 y 11 años que juegan con el agua que hay en las Tendillas.

A la misma hora, vuelve a casa María, una cordobesa que no está de acuerdo con que la gente se bañe ya que "esta plaza está muy bonita gracias a nuestros impuestos y si se permite el baño, a lo mejor se estropea".

La realidad es que, además de que puede resultar peligroso porque no es una zona acondicionada para el baño y pueden producirse caídas, el agua que emana de la fuente o de los chorros del suelo no es potable y está dentro de un circuito cerrado que no resulta salubre para los hipotéticos bañistas.

Desde el Ayuntamiento reconocen que no hay sanción para todos aquellos que se salten la norma. Sólo se les advierte del incumplimiento de la ordenanza municipal y se les solicita que cesen en su actividad.

La opinión de algunos cordobeses, como la de Andrés, es contraria a la del Consistorio. "Debería estar permitido, si es peligroso por el agua, que la cambien y la pongan potable, así a lo mejor aumenta el número de turistas en verano". Y es que a algunos les resulta difícil resistirse a la tentación del chapuzón cuando sobre su cabeza soportan casi 50 grados, pero en este caso, la seguridad y la salud de los ciudadanos están por encima del calor.