--El Banco de Alimentos de Córdoba echó a andar en el año 2004, antes de que comenzara la crisis económica que vivimos actualmente. ¿Cómo surgió la idea de ponerlo en marcha?--Todo empezó porque uno de los voluntarios tenía un familiar que era el gerente del Banco de Alimentos de Sevilla. Esta persona visitó las instalaciones y pensó que sería buena idea hacer algo similar en Córdoba. Así que reunió a un grupo de amigos y dos años más tarde empezamos a funcionar.

--¿Fueron difíciles esos inicios?--En lo que se refiere a burocracia y papeleo, contábamos con el secretario del banco, Francisco Martín Salcines, así que la gestión fue rápida. El problema llegó a la hora de buscar un lugar, una nave donde instalarnos. Nosotros no podíamos asumir los alquileres que nos pedían, así que nos fuimos a la Fundación Cajasur a pedir ayuda, donde se ofrecieron a pagar el alquiler. Gracias a eso pudimos arrancar y aunque con el tiempo ha habido otras muchas empresas y entidades bancarias que nos han tendido la mano, la Fundación Cajasur no ha dejado de ser un pilar fundamental.

--¿Qué balance hace de estos casi ocho años de trabajo?--El balance es muy positivo. Recuerdo aquel primer trimestre del 2004 en que repartimos 17.500 kilos de comida. Para nosotros fue un reto importante, pero con el tiempo pasamos a distribuir 200.000 kilos anuales hasta alcanzar en el año 2010 los dos millones y medio de kilos. Nunca pude imaginar que llegaríamos a alcanzar las cotas que estamos manejando actualmente.

--¿Se ha visto mermada la cuota solidaria de las empresas con el recrudecimiento de la crisis?--No, en ningún caso. Las empresas de Córdoba están muy sensibilizadas con la situación económica y social que estamos viviendo y se han volcado con el Banco de Alimentos desde el principio. Junto a numerosas empresas, los asentadores de Mercacórdoba nos dan a diario más de 500 kilos de fruta y verdura, distribuimos los excedentes agrarios de Andalucía y los fondos europeos FEGA, lo que sumará este año tres millones de kilos de alimentos distribuidos desde Córdoba. Todo eso sirve para colaborar con 194 entidades y, en última instancia, para ayudar a unas 25.000 familias que lo están pasando mal.

--¿Cómo se consigue aunar tantos esfuerzos?--La crisis ha hecho que las necesidades se disparen y eso nos ha obligado a exigirnos más. Para poder llamar a más puertas, hemos nombrado un equipo de captación de alimentos, dirigido por Joaquín Cabello, que trabaja muy intensamente. Somos muy insistentes y al final todo el mundo acaba colaborando con lo que puede.

--¿En estos años han recibido donaciones de particulares solidarios?--Sí que las ha habido. Por ejemplo, tenemos una familia de labradores que quisieron ayudar al banco y se les ocurrió cortar una parcela y sembrarla cada año para nosotros. El año pasado plantaron trigo y con el dinero que sacaron de vender lo que obtuvieron en esas tierras nos regalaron 5.000 litros de leche. Este año, lo han sembrado con girasol.

--¿Recuerda a algún otro donante altruista?--Sí, también recibimos a un contratista que llegó a final del año pasado, en plena crisis de la construcción, que quiso repartir parte de los beneficios que había obtenido ese año y nos entregó una furgoneta llena de alimentos. Pero, no conforme con esa donación, una vez aquí y viendo la actividad que había, se fue y volvió con la furgoneta llena de fruta y verdura. Además de estos casos, hay muchos particulares que nos dan donativos para comprar alimentos o para sufragar los gastos que genera toda la infraestructura necesaria para mover tal cantidad de comida cada año.

--Una gran parte de esa comida que reparten iría a la basura si no existieran los bancos de alimentos, ¿no es así?--Efectivamente. Especialmente, productos como los que recogemos a diario en Bimbo, que tienen fecha de caducidad cercana y no se pueden comercializar, pero están en perfecto estado, o lo que nos llegan de los supermercados habría que tirarlos porque no es posible darles salida. Yo calculo que en torno a un millón de kilos de los que se distribuyen desde aquí acabarían en la basura, de ahí que también contribuyamos al medio ambiente, evitando que esos alimentos vayan al vertedero.

--¿Hay personas en Córdoba que estén pasando hambre?--Sí, más de las que la gente se pueda imaginar. Hay muchas familias que se han quedado en el paro y que están subsistiendo con muy pocos ingresos. Nosotros, en colaboración con las entidades sociales, podemos cubrir una parte de las necesidades que tienen estas personas, pero con lo que tenemos no nos llega para acabar con la pobreza y la necesidad que estamos viendo a diario a nuestro alrededor.

--Mientras unos pasan hambre, en las casas tiramos comida todos los días...--Ese es el problema, que no somos conscientes del derroche. Una de las cosas que yo todavía no logro entender son esos grandes banquetes en los que se sirven un montón de platos a los asistentes que vuelven casi enteros a la cocina, porque la mitad de la gente se come el primer plato o el segundo y el resto ni lo toca. Todos deberíamos ser más responsables en ese sentido.

--¿Qué hace el Banco de Alimentos para cambiar esa mentalidad?--Una de las iniciativas que llevamos a cabo en la campaña de Navidad, cuando recogemos alimentos en los colegios, es la de celebrar una charla con los escolares, a los que les explicamos que hay muchos niños, no solo en el tercer mundo sino en su misma ciudad, que pasan hambre. Y en esas charlas llama la atención la cantidad de chavales que en el turno de preguntas nos dicen que por qué esos niños no tienen un frigorífico en casa con comida. No son conscientes de la suerte que tienen y de que no todo el mundo vive como ellos. Por eso es muy importante que se les hable desde pequeños y que a medida que crecen sean conscientes de que los alimentos son algo muy valioso que no se debe derrochar.

--Imagino que aquí nunca sobra nada.--No, todo lo que llega en buenas condiciones se aprovecha y si se da el caso de que tenemos demasiado stock de un producto y las asociaciones necesitan más de otra cosa, siempre podemos recurrir a intercambiar lo que tenemos con otros bancos de alimentos de España. Así, la mayonesa se nos convierte en chocolate o el arroz en lentejas.

--¿Alguna vez se han planteado distribuir otros productos que no sean alimentos?