Córdoba será hoy escenario de una cita académica de altura, la reunión del Instituto de Academias de Andalucía, en homenaje al 200 aniversario de la Academia cordobesa, que se cumple este año. Una visita que se suma a las actividades que la institución viene desarrollando en torno a tan brillante efemérides, y que según su director, Joaquín Criado Costa, para la Academia "supone un gran honor", el de que el órgano que representa a las 25 academias andaluzas "se haya acordado de la nuestra y además por partida doble --dice--, puesto que ya nos ofrecieron un ciclo de conferencias precisamente sobre las academias andaluzas".

--Y para la ciudad, ¿qué supone un encuentro de este carácter en plena lucha por la capitalidad cultural del 2016?

--El tema de la capitalidad lo he llevado ya varias veces al seno del Instituto en mi condición de secretario general del mismo y ha tenido una magnífica acogida; siempre, como es lógico, con la reserva de que en el Instituto están las academias malagueñas, y hemos procurado no herir susceptibilidades.

--De puertas adentro, quiero decir en Córdoba, ¿cómo participa la Academia en la carrera por la capitalidad?

--No se habría entendido que la Academia hubiera vuelto la espalda a este tema. Desde que CECO se dirigió a las otras instituciones con su propuesta, la Academia estuvo plenamente decidida a apoyar la idea. Después, cuando se crea la Fundación y cuando ésta se ha ampliado se ha tenido más olvidada a la Academia como institución, aunque sí tengo que agradecer que se acordaran de su director para la corrección del texto de solicitud de la capitalidad.

--¿Cómo valora el pulso cultural de Córdoba? ¿No da la sensación a veces de que se ha pasado casi del cero al infinito?

--Bueno, no creo que hayamos partido de cero. Córdoba ha tenido siempre una actividad cultural más o menos intensa o lánguida, otra cosa es que fueran actos de relevancia. Sin embargo, en los últimos años la cosa se ha intensificado muchísimo afortunadamente. Han surgido nuevas y muy activas instituciones, como es el caso de la Fundación Bodegas Campos; y otra que estaba más adormilada, como el Círculo de la Amistad, ha hecho una apuesta fuerte por la cultura. Años antes lo había hecho la Fundación Prasa, luego la Fundación Sánchez Ramade, surgió el foro Diálogos Córdoba de la mano de Cajasol... Es el caso también de la Academia, que en 200 años no ha faltado a su cita de los jueves, pero en los últimos tiempos ha multiplicado su actividad. Es bueno que proliferen las ofertas, así el ciudadano tiene más donde elegir.

Como secretario del Instituto de Academias de Andalucía desde su creación en 1985 e incluso antes, desde que en 1981 se decidiera en el II Congreso de Academias de Andalucía, celebrado en Córdoba, encomendarle coordinar su gestación, Joaquín Criado Costa es quizá el mejor conocedor de la labor de este organismo. "Estoy un poco enfadado con mis compañeros --bromea-- porque no sólo no me ascienden, sino que no me degradan para que me pueda ir a casa". Además de secretario poco menos que vitalicio del Instituto andaluz de academias, Criado es miembro de otras 20 ("El mérito es pertenecer a una, a partir de ahí te llaman quienes te ven actuar", dice) y vicepresidente de la Confederación Española de Centros de Estudios Locales, perteneciente al Cesic, aparte de presidir la Asociación Española de Cronistas Oficiales. "Ser académico y ser cronista son cosas muy diferentes --explica--. Mientras al académico lo proponen tres numerarios y lo elige en votación un pleno de acadé- micos, al cronista lo nombra el pleno de un ayuntamiento. Eso hace que entre los cronistas haya mucha heterogeneidad".

--¿Cuál sería el perfil del buen académico?

--El perfil de un hombre liberal. Por su origen, la Academia es libertad, es independencia e intelectualidad. Es pensamiento libre en busca de la verdad y en la exposición de esa verdad. Se ha dicho que el académico es una persona encerrada en sí misma, convencida de que pertenece a una elite que no quiere perder y puede que en algún caso haya sido verdad; pero por regla general el académico es una persona abierta a todo y con libertad absoluta en su pensar y en su obrar.

--¿Y es fácil conservar esa libertad? ¿Sufren injerencias políticas u otras presiones?

--Yo creo que, con altibajos, la Academia va consiguiendo ser libre. No hay que olvidar que mantuvo su funcionamiento democrático incluso en épocas de dictadura. Nadie se ha atrevido a poner en solfa el espíritu de independencia y democracia de las academias, de tal manera que duelen las intromisiones de fuera de cualquier tipo y origen.

--El problema es que hay que sobrevivir, y para ello hacen falta apoyos institucionales.

--No cabe duda que influye, pero no condiciona. Es importante, sin perder el espíritu de libertad, dar a cada uno su sitio. Es un equilibrio difícil, pero hay que decir que algunas personas de la Administración así lo entienden y esto facilita todo.

--Hasta no hace mucho, la imagen del académico era la de un respetable señor (la presencia de la mujer era casi inexistente) en eso que se llamaba "edad provecta", y la de la Academia algo parecido a un cementerio de elefantes. ¿Ha cambiado esa percepción social?

--Es cierto que hay académicos muy mayores, pero es porque desgraciadamente el académico no se jubila, cosa de la que yo soy partidario. Hace tiempo que se olvidó la idea de esperar a la madurez de alguien para hacerlo académico, van entrando nuevas generaciones y no es raro ver a alguno de esos jóvenes en mangas de camisa, lo que rompe los esquemas de más de uno.

A la Academia cordobesa le cabe el honor de ser la institución más antigua de la provincia, lo que no es poco ahora que, como afirma Joaquín Criado, "todo el mundo busca ancestros como locos". "Yo me quedé frío al ver cómo hasta los municipios más radicalizados hacia la izquierda --comenta-- buscaban escudos, banderas, himnos... Y lo mismo pasa con academias de nuevo cuño, que buscan conexiones remotas que no se cree nadie".

--Supongo que debe de ser una responsabilidad añadida arrastrar una historia bicentenaria.

--Pesa mucho, no hay duda de que en 200 años caben muchas cosas. Lógicamente la Academia que fundó el canónigo Manuel María de Arjona no puede ser igual que la de hoy, hay cosas inmutables pero otras han de adaptarse a las circunstancias de cada época. En nuestro caso hemos dado entrada en los últimos años a la fotografía, el cine, el flamenco y hasta los toros.

--Eso de hacer académico a un torero, Enrique Ponce, fue sin duda un campanazo.

--Sí, fue lo que más repercusión mediática ha tenido. Fuimos muy criticados, los antitaurinos nos pegaron palos de todos los colores. Pero la satisfacción fue grande cuando al poco tiempo el Gobierno concedió la Medalla de Oro a las Bellas Artes a Ponce, o cuando a los pocos meses la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla nombraba académico a Curro Romero.