El día de ayer amaneció con lluvia, no fue precisamente un día de los que climatológicamente gusta a los cofrades, pero, como cada año, volvió a ser una jornada de especial intensidad devocional, preámbulo perfecto para los días que se avecinan.

Este primer viernes de marzo la devoción popular volvió a los templos para cumplir con una de las citas ineludibles de la Cuaresma, los besapiés a imágenes tan veneradas como Nuestro Padre Jesús Nazareno Rescatado en Trinitarios, el Cristo de Animas en San Lorenzo o el Divino Salvador en su Prendimiento en el santuario de María Auxiliadora.

Sin duda, la estampa más clásica del día la ofreció el gentío que cada año se da cita en la antigua plaza del Alpargate, para visitar al Nazareno Rescatado, el Señor de las promesas, cuya poderosa imagen permaneció durante todo el día en su capilla del templo trinitario en besapiés. El cautivo trinitario lució, ante un ir y venir de devotos y hermanos que pasaron ante El desde primeras horas, en un altar escoltado por los faroles del paso y exornado con rosas rojas. Algo más arriba fue situada la Virgen de la Amargura, fiel testigo de la devoción de Córdoba al Rescatado.

A poca distancia estuvo el titular de la hermandad del Prendimiento. La iglesia de María Auxiliadora estuvo abierta de par en par, dejando entrever desde la calle las luminarias del altar de cultos que servían de marco al Divino Salvador en su Prendimiento.

Y cerca, en San Lorenzo, el besapiés del Santísimo Cristo del Remedio de Animas. Una auténtica catequesis plástica en torno al crucificado de San Lorenzo. Una reflexión sobre la salvación eterna que este año nos ofrece la hermandad de Animas.

A través de una efímera puerta los fieles se encuentran con el Cristo de Animas. El ingenio cofrade ha sido capaz de crear un habitáculo presidido por el Cristo y la Virgen de las Tristezas verdaderamente sobrecogedor.

Y mientras en los templos concluían los quinarios a diversos titulares de las cofradías cordobesas, en Capuchinos se elevaba la música con mayúscula. El Stabat Mater de Vivaldi hizo recordar a los muros del convento capuchino un tiempo pretérito, cuando la música sacra llenaba de esplendor la liturgia de la Cuaresma.

Todos estos fueron los argumentos de un día tan especial en el calendario cofrade. Un día que volvió a dejar estampas clásicas de Cuaresma, como las largas colas de fieles para llegar ante las plantas del Nazareno Rescatado, unas estampas que afortunadamente el tiempo no ha podido alterar. Pasó otro primer viernes de marzo, vivido alrededor de los sagrados pies de Cristo.