NACIÓ EN BARCELONA.

TRAYECTORIA: DOCTOR EN CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIOLOGÍA POR LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BARCELONA Y MÁSTER EN CIENCIAS POLÍTICAS POR LA UNIVERSITY OF MICHIGAN. SU INTERÉS INVESTIGADOR SE CENTRA EN LOS NUEVOS PROCESOS DE PARTICIPACIÓN EN POLÍTICA.

Apenas lleva unas semanas al frente del Instituto de Estudios Sociales Avanzados (IESA) y ya ha vivido uno de los mayores cataclismos que se recuerdan en el ámbito de la investigación en España. A principios de mes, relevó en el puesto de director del IESA a Eduardo Moyano, que se retiró después de cuatro años de mandato. Una semana después estallaba el llamado corralito del CSIC, todo un terremoto presupuestario que supuso la confiscación por parte de la presidencia del ente del presupuesto de los centros e institutos adscritos, a los que de la noche a la mañana se dejaba sin liquidez.

--Llega usted al cargo en un mal momento. ¿Qué retos se ha planteado en medio de esta situación tan crítica?

--Dadas las circunstancias en las que empieza mi mandato, no es un momento expansivo ni de metas ambiciosas. Mi idea es dar continuidad y seguir el camino iniciado en los últimos años por el IESA. Durante mucho tiempo, se había hecho mucha investigación por encargo de la Junta de Andalucía, lo que había llevado a una idea falsa de centro vinculado al poder político. Ultimamente, hemos apostado menos por los proyectos de encargo y más por la investigación básica a partir de convocatorias competitivas, con el fin de publicar en las mejores revistas internacionales. Mi intención es profundizar en ese camino, haciendo investigaciones aplicadas y útiles para la sociedad, pero reforzando a la vez la otra pata de nuestro trabajo.

--Eduardo Moyano sigue trabajando en el IESA. ¿Cómo ha sido el traspaso de poderes?

--Llevo en el centro casi tres años y mi antecesor sigue aquí, por lo tanto la relación es cotidiana y el traspaso ha sido fácil y cordial. El reto más grande es enfrentarnos a la situación económica general, que ha producido una reducción de presupuesto muy fuerte, tanto de financiación directa del CSIC como de encargos de la Junta de Andalucía, donde existe un nivel de morosidad muy alto. La Junta debe al IESA dos millones de euros, lo que genera graves problemas de tesorería y ha llevado al CSIC a ser reticente a seguir adelantando el dinero para realizar los proyectos, ya que el pago se demora demasiado. En ese momento, se produjo el traspaso. Una semana después tuvo lugar el llamado corralito del CSIC, que a su vez se deriva de la relación del centro con el Ministerio de Economía, que ha recortado drásticamente la financiación. Nosotros teníamos previsto gastar 500.000 euros de aquí a final de año y nos han dicho que solo nos dan 220.000 euros.

--Se ha llegado a hablar de que no habría dinero para pagar las nóminas. ¿Cuál va a ser el efecto real de los recortes?

--En principio, la presidencia del CSIC asegura que con este dinero se van a pagar las nóminas con contrato vigente, pero aquí algo más de la mitad son funcionarios y casi un 40% de la plantilla está contratada para proyectos. El contrato de una persona cumple a final de agosto y el de otras siete a finales de septiembre. Con el dinero que nos dan no podremos renovarlos a pesar de ser personas clave para el funcionamiento del instituto, ya que conforman la mayor parte de la unidad de estadística, los que hacen las encuestas y la responsable de la revista. Si no encontramos una solución milagrosa en los próximos días, no se les podría renovar. Al mismo tiempo, apenas tenemos liquidez para desarrollar los proyectos financiados, por lo que podríamos acabar quedando muy mal con los clientes con los que tenemos compromiso.

--No sé si le han felicitado por el nombramiento o le han dado el pésame por tener que asumir esta 'patata caliente'.

--Bueno, en principio, el cargo suponía un proyecto ilusionante, una apuesta de futuro. Se trataba de hacer un relevo generacional de las dos personas que crearon y siempre han dirigido el IESA, Pérez Yruela y Eduardo Moyano. Pero es verdad que cuando llevas una semana de mandato y llega una resolución con un impacto tan brutal, la cosa se convierte en una patata caliente, ya que el recorte se va a traducir en una importante pérdida de puestos de trabajo de personal clave para la marcha del centro.

--¿Cuántas personas trabajan actualmente en el IESA?

--Hemos pasado de una plantilla de 76 personas en 2010 a 57. De aquí a final de verano, hay 8 contratos que corren peligro y hasta final de año, otros 5 o 6.

--¿Tiene futuro una sociedad que aparque la investigación en tiempos de crisis?

--Corremos el riesgo de ir a un modelo de desarrollo sin ninguna perspectiva. Si salimos de la crisis, el único modelo posible será el basado en el turismo y la construcción. Basta mirar a otros países con las mismas dificultades económicas que están salvando la investigación de los recortes. Durante años, España ha invertido mucho dinero en formar a investigadores que han hecho de este país una pequeña potencia en el sector. En cuanto a producción científica, los investigadores españoles son más productivos que la media europea. Las políticas que se están llevando a cabo van a suponer la pérdida de mucho capital humano bien formado que difícilmente volverá.

--Más de cien directores de centros e institutos dependientes del CSIC enviaron recientemente una carta a la secretaria de estado de investigación para alertar de la asfixiante situación económica. ¿Qué respuesta han tenido?

--Esta misma semana nos han convocado para una reunión que tendrá lugar el próximo 31 de julio. No sabemos qué nos van a plantear, pero al menos se ha conseguido mover ficha.

--¿Cuál sería el mínimo negociable para los directores?

--Que se garantizaran los cien millones que necesita el CSIC para llegar a fin de año. Los centros hemos reducido al máximo todos los gastos corrientes y solo pedimos que la administración haga un esfuerzo similar. Además, sería fundamental que el dinero llegase a tiempo para renovar los contratos y evitar así el larguísimo proceso que conlleva hacer contratos nuevos en la administración pública.