--¿Qué cree que significa Bodegas Campos para Córdoba?

--Es un ejemplo de empresa por muchos motivos, con unos grandes valores, porque desde el origen en la casa de Lineros, 32 reúne muchos rasgos de una construcción popular, de una manera de sentir Córdoba. Al mismo tiempo hay un valor incalculable en la entrega de las personas, del personal de la casa, que está instruido y formado en el servicio a los demás. Unos valores gastronómicos de respeto a los productos de nuestra tierra, identificando como bodega a los vinos y a los aceites de Córdoba, a la Vega, a Los Pedroches a través de Covap, y todo ello se une a un respeto a la tradición sin desmerecer el compromiso con el futuro, con la innovación. Bodegas Campos es un compendio empresarial y un modelo de empresa que reúne los valores de Córdoba.

--¿Por qué cree que Bodegas Campos ha tenido el respaldo de los cordobeses durante más de un siglo de historia?

--Lo fundamental es algo que nos enseñó tío Paco. Hay que ver el alma, ver más allá de lo material. Es el valor de lo auténtico, de lo popular, del respeto al paso del tiempo, a las personas, a los vecinos y el respeto y el servicio verdadero a la persona que entra por la puerta sin valorar la escala social o económica. Nosotros no hemos tenido un trabajo, sino una filosofía de vida y la satisfacción se ve mucho más allá de lo económico, de las cifras, que son totalmente necesarias para conducir una empresa, pero muchísimo mayor valor que lo cuantitativo tiene la cantidad de beneficios emocionales que hemos tenido y que no se pueden cuantificar.

--Para usted, ¿qué ha sido lo más importante durante sus 25 años como gerente?

--Me quedo con todo lo que he aprendido de Córdoba, de los cordobeses, de tantísimas personas que han vivido, del deber cumplido, de la entrega personal, que muchas veces ha menoscabado la vida familiar; me quedo con ese compromiso, con lo conseguido. Es tanto lo que hemos vivido. Podría recordar el centenario, las satisfacciones de celebraciones, de palabras, de hechos, de cartas de cariño, de oportunidades. Nos sentimos tan ricos, de verdad, sin tener muchas cosas materiales. Me quedo con esa riqueza personal que he tenido, las oportunidades que he vivido, el haber entrado en tantísimas casas, el haber disfrutado de la confianza de tantas personas. Hemos estado en Sotogrande, pero también en casas de familias de otro nivel económico. Hemos vivido con personas que han ahorrado para que les pudiéramos servir. ¡Qué compromiso más grande! Eso es maravilloso. Me quedo siempre con Bodegas Campos y con Córdoba.

--En estos momentos que hablan de marcha, ¿aparecen los recuerdos de ese primer contacto con Bodegas Campos?

--Los primeros recuerdos son siempre familiares. Es mi padre. La bodega ha sido, desde siempre, algo muy familiar. Tuve la suerte de suceder a mi padre, a mis tíos y a mi hermano en la gerencia del negocio y los primeros recuerdos son de acompañar a mi padre a la bodega, al barrio, con los trabajadores de aquella época, de los que me siento ahijado o discípulo. Los primeros recuerdos me llevan a las enseñanzas que nos transmitió tío Paco, que nos enseñó a tratar más allá de lo material, que las cosas tienen algo más, que Bodegas Campos tiene alma. En Bodegas Campos hay un departamento de Alma para que ese espíritu no se pierda, y aquí está mi hermano Pepe, que será el continuador y el conservador de ese espíritu en Bodegas Campos, para que no sea un conjunto de casas más, un negocio sin más. Bodegas Campos debe ser un negocio formado por personas para personas.

--¿Pensaba que su andadura podía acabar de esta manera?

--No. Nunca me lo llegué a plantear. Solamente sabía que estaba cumpliendo 50 años y 25 años en la gerencia, aunque mi relación con la bodega fue desde nacimiento. Las cosas vienen así, lo aceptamos con ilusión, abrimos una etapa nueva y vamos a una ciudad que queremos, como es Málaga, y seguimos el ejemplo de tío Paco, que en su tiempo salió de Córdoba. Las circunstancias de la vida nos vienen, las tenemos que asumir. Yo doy gracias a Dios por lo vivido y pido por lo que pueda venir.

--¿Qué ha pesado más, la crisis o que algunos proyectos no se hayan consolidado al ritmo que esperaban los propietarios?

--Los cambios que se han producido. Tengo la satisfacción de que la crisis se inicia justo cuando comenzaba el centenario y hace muy poco hemos solventando una ampliación de capital, que ha sido importante; se ha abierto un punto de venta en Sevilla, hay unas negociaciones abiertas para seguir con el crecimiento de Bodegas Campos, pero hay formas de pensar y de ver las cosas con las que yo estoy absolutamente en respeto pero cuando hay distintas visiones o formas de acometer el día a día o las circunstancias, creo que lo mejor es dar por concluida una etapa. Y lo digo sin ningún tipo de acritud o resentimiento, todo lo contrario. Doy gracias por lo vivido, incluso por esta etapa conclusa y a partir de ahí pediré siempre por que Bodegas Campos siga siendo lo que es con Córdoba y abrir una nueva etapa con ilusión. No tengo ninguna acritud ni resentimiento y comprendo perfectamente los planteamientos mayoritarios.

--¿Se ha podido despersonalizar el proyecto familiar de Bodegas Campos con la entrada de nuevos empresarios?

--No. De hecho, mi hermano Pepe tiene una grandísima responsabilidad y tiene la confianza plena de todos nosotros y de todos los accionistas actuales de Bodegas Campos. No sólo Pepe Campos González tiene ese papel, tiene esa encomienda y esas expectativas que depositamos en él, sino que, afortunadamente, el equipo de Bodegas Campos está profundamente convencido de todos esos valores de servicio, de entrega, de compromiso con Córdoba. Pepe tiene una gran responsabilidad, pero se va a ver muy bien respaldado por el resto del equipo directivo, una gran lista de personas entregadas a Bodegas Campos.

--En todos estos años, ¿cuál ha sido el momento del que guarda un mejor recuerdo?

--He pensado mucho, pero he tenido tantos momentos emotivos, han sido tantos. Siempre hay muchos motivos. Recuerdo haber dado gracias a Dios cuando una boda salía bien, cuando veía la cara de satisfacción de los novios, de los padres, de las familias. El centenario fue maravilloso, un compromiso con los abuelos, con la familia, con los empleados; la inauguración del centro logístico de producción, la visita de Su Majestad la Reina, los Príncipes, los servicios que hemos dado. Han sido tantas cosas, me siento rico y no podría simbolizarlo en uno o dos recuerdos.

--¿Cuál ha sido su decisión más difícil?

--Siempre hay momentos duros, pero siempre he sido perseverante y constante. Siempre me gusta mirar hacia adelante, quedarme con lo positivo. Ha habido momentos duros, como cuando hemos fallado, que erramos como humanos, cuando no hemos cumplido con las expectativas de un cliente. Soy exigente y las personas que me conocen saben lo que he sufrido cuando no hemos sabido satisfacer las expectativas. Había personas que estaban mucho tiempo ahorrando y cuando no hemos estado a la altura eso me ha hecho mucho daño, aunque de lo doloroso hemos hecho fuente de aprendizaje.

--Ha conocido a Córdoba a través del estómago de sus protagonistas. ¿A través de las preferencias gastronómicas de los cordobeses se puede conocer a la persona?

--Más que por las preferencias gastronómicas, hemos conocido por las costumbres, por los hábitos. Hemos tenido la suerte de conocer y enriquecernos con las muchas personas que nos han abierto sus casas para servirles. Cada uno tiene su forma de ser, en Córdoba y en Andalucía. Hemos conocido multitud de formas de ser, de exigencias, de expectativas. Los usos y costumbres gastronómicos de Córdoba han cambiado muchísimo. Guardo un respeto enorme a la generación hostelera de don José García Marín, a la familia Peña, Rafael Bernal, Rafael Carrillo, Matías Montes, Antonio Muñoz o Alberto Rosales. Han sido tantas personas. Siguen las esencias, los productos, el recetario, pero está cambiando nuestra forma de consumir, nuestras costumbres. Esta crisis, además, ha modificado drásticamente los hábitos de consumo. Hoy el restaurante deja de ser una primera necesidad y, sin embargo, la tapa, el picoteo, el compartir de una manera desenfadada, más económica, es consustancial a nuestra forma de ser.

--¿Qué personaje le ha sorprendido más de Córdoba?

--Muchos. Gracias a las relaciones de tío Paco hemos tenido personas muy grandes, como Pablo García Baena, que encierra en sí mismo un gran corazón. Es un cordobés ejemplar, universal. O Antonio Gala, por destacar personas que sienten esa Córdoba que queremos, que soñamos. En la empresa hay muchos ejemplos de emprendedores que lo han dado todo por Córdoba. He conocido políticos muy entregados por Córdoba. Podría hablar de multitud de personas que hacen ciudad, que cosen la sociedad, porque esta Córdoba está muy necesitada de que aprovechemos el valor incalculable que tiene. Es una lista tan grande que por obligación moral o familiar las simbolizo en estas personas, porque podría hablar de María la Talegona o el modelo de Cruz Conde, que siempre gravita por esta casa. Esa Córdoba de Cruz Conde es muy fácil de seguir, porque es una Córdoba para los cordobeses y para los demás.

--Y de las visitas de ilustres, ¿de cuál tiene el mejor recuerdo?

--Recuerdo la visita que hizo la Reina, los Príncipes, primeros ministros. Tengo una anécdota muy graciosa que se produjo en 1998 con Tony Blair. Veníamos de comprar el cochecito de mi hijo Santiago y nos dio por aparecer por la bodega. Allí estaba Tony Blair, que había venido de jugar un partido de fútbol con su amigo Paco Peña. Estaba sentado en la taberna con un montón de medidas de seguridad. Al poco tiempo recibimos una invitación, a nombre de Carmen Sánchez, una comercial nuestra, para acudir al 10 de Downing Street. Fue una recepción que organizaba todo su equipo de seguridad para todos aquellas personas que en distintos lugares les habían tratado muy bien. Le llevamos un cuadro de la bota que había firmado en Bodegas Campos. Han sido tantas personalidades del flamenco, vivencias o actos. Me quedo con la gratitud de las familias de Córdoba que valoraban nuestra entrega.

--¿Le ha sorprendido cómo ha afectado la crisis a algunas grandes empresas de Córdoba?

--Sí, con dolor. También he visto cómo en momentos difíciles se han entregado por salvar su empresa, su empleo, en la medida que han podido. Tengo un respeto absoluto por estos grandísimos empresarios porque cuesta muchísimo avanzar, crear, crecer, porque los humanos tenemos tendencia al conformismo y a creer que lo hemos conseguido todo. No todo el mundo ha tenido la suerte como yo de gestionar Bodegas Campos. Estoy muy orgulloso de haber generado mucho empleo en esta ciudad, pero también de formar no profesionales, sino personas. Nos hemos preocupado de su capacitación profesional, por supuesto, pero también de su formación e integridad como personas. Eso es una grandísima satisfacción. Cuando los proyectos son fallidos duelen, pero lo que más me duele es el pecado de omisión, como decía don Tomás Aránguez, el perder las oportunidades, que el valor de nuestros productos se vaya fuera. Por eso, mi ánimo a los empresarios para que sigan luchando porque su beneficio es el beneficio de Córdoba.

--¿Qué va a hacer ahora?

--Estamos evaluando una serie de proyectos ilusionantes en Málaga. Aunque estudié en ETEA, me considero camarero, y mi vocación profesional es la hostelería. Lo poquito que sé es mi vida. En septiembre empezaremos con algún proyecto nuevo, sirviendo a los demás.

--Para terminar, ¿qué le diría a los cordobeses?

--Gracias a todos, de todo corazón. Me voy a Málaga dando las gracias, con ilusión, pero con mucha gratitud a todos.