Ayer por la mañana ya no figuraba en la fachada de la tienda de Calzados Félix el letrero en el que se podía leer «Nos jubilamos, cerramos». Por primera vez en sus 33 años de trayectoria la persiana de una de las históricas tiendas del comercio cordobés se quedará echada. A su titular, Félix Lambert, se le pudo ver durante toda la mañana entrando y saliendo con su esposa, Conchi, sacando las últimas bolsas con el producto que le restaba. En las estanterías y en los escaparates el vacío era total. Y tras los cristales quedaba la larga trayectoria de uno de los comerciantes históricos de la ciudad. Félix Lambert ha sido uno de los más activos representantes del comercio cordobés. Fue miembro fundador de Fepcoc y uno de los artífices de la unión que dio como resultado Comercio Córdoba, además un participante activo de cuantas movilizaciones sociales se gestaban en la ciudad. No en vano fue también miembro del sindicato CCOO, antes de empezar en el comercio.

El cierre se produce al haber accedido el matrimonio a la edad de jubilación, que le ha llegado justo cuando se pone en marcha un nuevo periodo de rebajas, el primero en el que ya podrán participar solo como clientes. Explica Lámbert que durante estos 33 años de negocio, «el cambio ha sido brutal. El comercio ha evolucionado de una forma tremenda y la población también». Lo que le duele es que «pese al impulso que se ha dado en los último años al comercio en la ciudad, ha habido que pagar un precio y ese ha sido el de la profesionalidad. Ha llegado mucha franquicia, que aunque son empresarios dependen de una cadena y yo creo que el empresario real es el creador, el que se arriesga». Aun así, asegura marcharse «muy orgulloso» de haber sido uno de los promotores de que el comercio de Córdoba esté unido y de haber logrado que los centros comerciales abiertos sean una realidad, algo que surgió «para competir con las grandes superficies».

En estas tres décadas largas de trayectoria, cuenta Félix, «hemos vivido varias crisis y me siento orgulloso de haberlas superado, porque hemos sabido siempre combinar la modernidad con lo clásico, pero sin perder la identidad. Por eso cerramos la mar de contentos».