Tan poco acostumbrados estamos en Córdoba a ver el comercio con la persiana levantada más allá del horario habitual que el mero hecho de tener la opción de ir al centro y pasear entre tiendas abiertas hasta el amanecer se convierte en fiesta. A algunos les basta con eso y ni siquiera les hace falta comprar. Aunque esté feo decirlo. Menos mal que a cambio de los de la hermandad del puño cerrado siempre hay multitud de manos rotas y tarjeta de crédito afilada dispuestas a tirar de veta. El buen tiempo y la fecha (la mayoría de los que cobran acaban de cobrar) colocaron ayer en el aire el gusanillo del chopping, como se dice por estas tierras. Las buscadoras de gangas profesionales salieron ayer a primera hora de la tarde en busca de chollos y a eso de las siete empezaron a verse cazadoras de ofertas en acción. Una buena shopper sabe que para caer sobre una buena ganga prima la paciencia y que si una desespera antes de tiempo acaba gastando lo que no debe, así que la cosa empezó con la ronda de reconocimiento de la mercancía. El showman Alberto de Paz, en estado febril según él mismo confesó, aún estaba haciendo pruebas de sonido con su teclado en el Bulevar cuando en Gondomar, Cruz Conde, Morería y alrededores empezaba el vaivén. La noche de compras cordobesa cumplió ayer su quinta edición y la veteranía de la población hizo que todo se tomara con más calma que otros años, lo que inició las bullas algo más tarde. La calle Góngora, con Hair Story como protagonista, desplegó decibelios a eso de las ocho para animar el ambiente mientras por sus espejos desfilaban cordobesas entregadas al corte de pelo solidario. «Por 5 euros te vas peinada, pelada y maquillada y lo que se recaude va a una buena obra, ¿qué más se puede pedir?». A pocos metros, Pepa Pozo empezaba su desfile de modelos de fiesta y obsequiaba a sus clientes con una copa de vino al tiempo que expresaba cierto escepticismo sobre la cita. «Lo malo de esto es que durante la semana se vende menos a la espera de la shopping night y luego tampoco se compensa una semana con una noche», comentó. El tipo de artículo que se vende pesa mucho. Nadie compraría su traje de novio o el de madrina de la boda de un hijo en una shopping night. Para opiniones, los colores. En El ropero de Carmela, cuya tienda parecía ayer el camarote de los hermanos Marx, Carmen se mostraba encantada, rodeada de clientas ansiosas de comprar. «El secreto está en dar lo mejor al mejor precio y tener un equipo de gente maravillosa y simpática que lo dé todo», dijo convencida. Lástima que no todo el mundo esté dispuesto a hacer cola cuando va de compras. Es el caso de Blanca Lozano, una compradora nata que ayer renegó de entrar en varias tiendas. «No me merece la pena el descuento del 10 o el 20% si tengo que estar media hora esperando para pagar, lo siento, pero ya vendré otro día», dijo convencida mientras se daba la vuelta.

Pese a las inevitables colas en algunos comercios (señal de que la cosa les iría bien), lo cierto es que el comercio de cercanías del centro ayer lo dio todo. Chucherías y globos para los niños en Calzados Burbujitas, photocall y pinchos de chuches en El espejo te dice guapa!, brindis con vino en Kalmachicha, pintacaras, juegos y coreografías en OVS Kids, estand de exhibición de Leroy Merlín, copas en la puerta de Vero Moda, música en la de Matilde Cano y descuentos de entre el 10 y el 70% en todos los establecimientos. La provincia puso su granito de arena al evento y dejó su huella de la mano de los alfareros de La Rambla y el patrimonio de Iznájar. Entre las manifestaciones artísticas (algunas organizadas y otras espontáneas) que se desplegaron por todo el centro, destacar el talento como showman de Alberto de Paz, finalista de Got Talent (cada vez más presente en los actos de la ciudad) que, pese a su estado febril desplegó su simpatía para hacer de maestro de ceremonias al tiempo que ejerció como pianista a la carta. La Escolanía del Conservatorio Profesional de Música y su tributo a Queen o la Academia Córdoba Music completaron la banda sonora de la noche.