En este siglo XXl hay un hecho incontestable, y es que vivimos en la era de lo audiovisual: cine, internet, televisión-

Desde siempre se ha sabido que el arte contemporáneo, en el que se halla inserta la disciplina cinematográfica, constituye un crisol en el que cristalizan buena parte de las artes plásticas que se han sucedido durante la historia de la Humanidad. Sin embargo, algo muy positivo nos corrobora esta máxima, ya que existen unas relaciones muy generosas con la tradición antigua que posibilitan que el séptimo arte haya tenido cierta parte del camino recorrido en lo que respecta a la invención de un lenguaje y unos códigos. Y aunque algunos agoreros demasiado fúnebres crean pronosticar que todo está ya inventado, "nada ha ocurrido hasta que no ha sido descrito", como dijo Virginia Woolf.

Y analizando el denevir histórico de las obras pictóricas o escultóricas y el del cine, nos topamos con una correlación en sus más señaladas etapas: el mundo clásico griego y romano y el de las películas de los 40´-60´; el expresionismo alemán; el impresionismo francés; el manierismo (sí, Miguel Angel y Alfred Hitchcock lo pusieron en práctica); o el postmodernismo actual con el que directores como Quentin Tarantino han disfrutado derramando litros de ketchup.

Pero pongamos ejemplos tangibles. En el siglo ll de nuestra era se construyó en Roma la célebre columna conmemorativa de Trajano. Aquí impera ese carácter de crónica que la convierte a mi juicio en la primera película (que se extiende helicoidalmente a lo largo de treinta metros de bajorrelieve).

Y esta columna se lee, lo que implica y requiere del espectador una disciplina y una disponibilidad para desentrañar bastantes claves; requiere también del uso del pensamiento abstracto o imaginación. En el cine también clásico, cuando vemos la mítica Casablanca , notamos que la primera presencia de Rick Blaine, el personaje de Humphrey Bogart, surge a través de un plano en el que sólo vuela el humo de su sempiterno cigarro. Ese sigilo de los filmes de esta etapa se muestra en las puertas que se cierran ante el espectador después de dos amantes que se besan, porque lo explícito parece de mal gusto.

Igualmente en las esculturas de la Grecia Clásica hallaremos fácilmente figuras con formas sinuosas a lo sumo, pero nunca elementos discordantes o que se contemplen como grotescos por el ojo del que mira.

Pero la relación del cine con el arte no se aprecia solamente en las concomitancias de unos conceptos, sino en algo más básico. Volvamos a la Columna de Trajano. Observamos que las escenas transcurren sin solución de continuidad. Cualquiera intuiría que este rasgo podría ser empleado inmediatamente por la cinematografía... y no sucedió así. También aquí se experimentó una evolución. Si nos retrotraemos a esos vestigios de los hermanos Lumiére, como El regador regado , advertimos que la cámara permanece fija mientras dos personajes pelean con una manguera. Habría que esperar a otros directores para entender cómo el objetivo se trasladaba, se empezaban a incluir contraplanos, planos americanos, planos-secuencia... Los arquetipos más elementales ya estaban creados, pero se hacía necesario avanzar con el cinematógrafo.

En el cine impresionista francés se da otra vez un trasunto del mismo estilo plástico, al menos en lo que respecta al precepto que predicaba la captación del instante. Así lo vemos en la relación que se establece entre el inolvidable Auguste Renoir y su hijo, el cineasta Jean Renoir. Existe un filme suyo en donde se manifiesta mejor que en ningún otro todo esto: Una partida de campo (1936). Aquí se nos habla de la fugacidad del momento, de la alegría de vivir de una comida tranquila de domingo, de los paisajes desdibujados a veces --lo que remite al padre--.

Dentro de la cinematografía postmoderna nos topamos con Pedro Almodóvar, quien en 1997 colaboró con el artista pop Antonio de Felipe en el film Carne trémula . ¿Y no parecen ambos beber de universos que se cruzan? El color salvaje, la ironía y la nostalgia, cultura y propaganda... Claramente se relee el ayer, pero bajo el prisma del humor, fruto de la situación de nuestra sociedad actual.

Definitivamente, la cuestión es que sin la mirada previa de los otros artistas, nada desde la invención del cinematógrafo hubiese sucedido como lo ha hecho, con sus aciertos, desventuras e incluso con una determinada decadencia actual en algunos de sus aspectos.

* Licenciada en Historia del Arte