Actualmente da vida en los teatros españoles al millonario Mickey Ross de Muñeca de porcelana una obra de David Mamet sobre la corrupción y el poder que en Broadway estrenó Al Pacino. Su interpretación le ha merecido los elogios del representante del autor y un regalo del escritor: una pulsera de plata que lleva en la muñeca derecha .

-¿Algún director le había regalado una joya antes?

-Nunca. Me sorprendió mucho recibir no solo la pulsera, sino la carta tan cariñosa que envió desde California.

-¿Pero Mamet le ha visto interpretar la pieza?

-Él no, pero sí su representante, que al acabar la función en Madrid dijo que lo que había visto estaba mucho más cerca de lo que pensaba el autor que de lo que se hacía en Broadway.

-¿Cuál ha sido el principal reto?

-El gesto mecánico de hablar por teléfono sin que nadie te dé pie. Mi personaje habla hasta con seis interlocutores distintos así. Por eso fui al primer ensayo con el director, Juan Carlos Rubio, y con el actor Javier Godino, mi hombre de confianza en la obra, con mi texto sabido. Al Pacino tuvo que retrasar un mes el estreno y cuando empezó las funciones iba con un pinganillo. Hay que tener los reflejos alerta y estar espabilado para representar esta obra.

-Defina a Mickey Ross.

-Es un regalo, un personaje que hemos visto en España, pero que encuentras en todas partes del mundo: un millonario que anda metido en política. Domina el poder económico, el poder político y el poder moral. Ya es mayor y está enamorado de una joven a la que ha regalado un avión. Espera poder viajar mucho con ella, pero todo se le complica.

-El montaje está triunfando allí donde va. ¿La clave?

-Es que es puro teatro en todos los sentidos. Más allá de gimnasia vocal y corporal, es enriquecedor como ciudadano meterse en esta crónica de nuestro tiempo y de las alcantarillas del poder que ofrece Mamet en un ejercicio dramático brillante. Ross es miserable y corrupto, pero tiene sus lados frágiles y tiernos. Es un sujeto con el que convivimos. La gente lo reconocerá porque es el tipo de persona que votamos. Además, Mamet no hace proselitismo, retrata nuestra sociedad: un mundo donde vale todo.

-¿Había hecho ya algo de Mamet?

-No. Me ofrecieron Oleana, pero no pude hacerlo. Es un autor que me encanta, pero no sé si volvería a meterme en una obra nueva porque tengo muchísimos compromisos. Tengo funciones de Muñeca de porcelana todo este año y me la están pidiendo para el siguiente.

-¿Le gustaría hacer otra obra de este incisivo autor norteamericano?

-No sé. Lo de memorizar, sentarme a meterle mano a otra cosa en teatro no lo veo claro. Tendría que pensarlo, porque el teatro lleva su tiempo y yo tengo otras cosas que hacer. Creo que debería aflojar un poco y quedarme en casa viendo películas.

-¿Qué proyectos le esperan?

-Voy a rodar Formentera lady, el primer largometraje de Pau Durán, un joven realizador que también es autor del guión. Y también me espera una nueva serie, Tiempos de guerra.

-¿Cómo valora la política cultural española?

-Hace siglos que la cultura está jodida en España. Aquí siempre he vivido la cultura como un accidente. No podemos presumir de ser un país que dé a la cultura el margen suficiente. Al contrario. Pero no quiere decir que la culpa la tengan los gobiernos de turno, aunque hayan demostrado una sensibilidad nula, sobre todo quienes pusieron el IVA cultural al 21%.

-No se sulfure.

-¡Pero es que ya somos mayores! Si la izquierda hubiera sido un poco más responsable y más crítica consigo misma, no estaríamos donde estamos ahora. La complacencia de la izquierda ha sido evidente.

-Más de 60 años de carrera dan para mucho. ¿Su mejor momento?

-Éste. Las cosas se disfrutan más cuanto más pasa el tiempo y ahora tengo el privilegio de poder elegir.