Ha dado vida a Gonzalo Fernández de Córdoba en la serie 'Isabel', de la que hoy hablará, junto a su director, Jordi Frades, en la Muestra de Cine de Dos Torres

--De Capitán Trueno a Gran Capitán. Lo suyo va de héroes.

--Pasando por el capitán Ugarte, de Tierra de Lobos . Debo tener cara de época, no me ponen unos vaqueros ni p'atrás . Creo que deseé tanto de pequeño lo de montarme en un caballo con una espada que se está cumpliendo mi sueño.

--¿Tiene usted algún héroe en particular?

--Unos cuantos: mi abuelo y mi padre. Y en cuanto a la ficción, Mazinguer Z

--Cuando le pusieron delante el papel de Gonzalo Fernández de Córdoba, ¿se documentó sobre su figura?

--Eso es lo primero, aunque luego es lo que menos sirve porque hay que ajustarse a lo que quieren contar de él. Aquí no lo vemos con sus hijos o su mujer, solo en un determinado contexto.

--¿Qué ha aprendido de este personaje?

--Creo que era un militar ermitaño, muy contenido. A nivel actoral, me ha enriquecido mucho tener que hacer de un tipo que cuenta todo con la mirada, utiliza muy poco la palabra, es más de acción, de corazón.

--¿Cree que Isabel fue el gran amor de su vida?

--Creo que sí. Isabel y, por ende, Castilla. Para él eran lo mismo.

--Da la sensación de que ha sido un rodaje complejo.

--No tanto. Rodar en el Patio de los Leones parecía imposible y se hizo muy fácil. Solo recuerdo un momento complicado, cuando empezaron a probar el vestuario para la batalla, con armaduras. Tuve un susto subido a caballo y ya no volvimos a usar armaduras. El vestuario sí era muy complejo, cada actor necesitaba a tres personas para vestirse.

--Viene hoy a Dos Torres a debatir sobre la creación audiovisual histórica actual. ¿Cree que con estas producciones se puede aprender historia?

--Más que aprender historia, creo que despierta el gusanillo por saber más.

--Empezó como actor en Al salir de clase . ¿Qué supuso esa serie?

--A nivel profesional, fue un escaparate, y a nivel personal tenía mucho peligro porque en muchos casos éramos jóvenes que ganábamos más que nuestros padres y se gastaba el dinero a manos llenas. No era mi caso, yo me abrí una cuenta vivienda.

--El teatro es otra de sus pasiones. Es director de escena y tiene una productora con un sugerente nombre, Barco Pirata. ¿Por qué ese nombre?

--Porque nunca tuve el barco pirata de Famobil, mis padres no podían comprármelo, y, por otro lado, para hacer teatro hoy en día hay que ser un poco pirata, en el buen sentido de la palabra, para surcar las aguas que tan difícilmente nos están poniendo delante.

--Hoy, no en un barco pirata, sino en el AVE, llega a Córdoba. ¿Conoce esta ciudad?

--No, es una cuenta pendiente. De todas formas, no sé qué les pasa a los programadores de teatro cordobeses, que no se animan a llevar nuestras producciones o es que está muy mal la cosa. Pero tengo que ir a conocer la ciudad y a ver si es verdad que todas las cordobesas son tan guapas como dicen.