No hay Navidad en Córdoba sin las populares migas que sirve la Asociación de Amigos de la Cruz Blanca a todos los socios, voluntarios, colaboradores y sociedad cordobesa en general a modo de agradecimiento por su labor a lo largo del año. Una tradición más de estas fechas que, además de suculentos ingredientes --80 kilos de pan, 20 de chorizo, panceta y morcilla, y 15 litros de aceite, así como una buena cantidad de ristras de ajos para las migas de esta edición del 2014--, ofrece "un fondo de solidaridad y trabajo importante", como destacó ayer el alcalde, José Antonio Nieto. Y es que "la entrega de los Amigos de la Cruz Blanca es un ejemplo para toda la ciudad", añadió.

Según explicó el superior de la Casa Familiar San Francisco de Asís, José Villar, los hermanos franciscanos de la Cruz Blanca prestan atención ahora mismo a 67 personas con discapacidad psíquica, entre la residencia y el centro de día, y en esa tarea "la colaboración de este grupo de amigos es maravillosa". Eso sí, en el capítulo de necesidades apuntó que precisan "más apoyo humano, sobre todo para funciones de acompañamiento" en las salidas al exterior, y cubrir económicamente algunos proyectos como dotar de equipamiento el último pabellón del antiguo Hospital Militar que se les cedió. De su lado, el superior general, Luis Miguel Martell, animó "a la gente más joven a sumarse" al voluntariado, al tiempo que destacó "la fidelidad de los colaboradores, algunos de ellos con más de 30 años de entrega".

El presidente de los Amigos de la Cruz Blanca, Miguel Angel Caracuel, reconoció que "hemos pasado momentos de tormenta", pero aseguró que, una vez superados, "los voluntarios y las cuotas han vuelto a reponerse". "No quiero que la gente tenga el compromiso de aportar nada. Solo quiero que vengan, vean la labor que se hace en la Cruz Blanca y ese sea el motor para que se animen a colaborar con su presencia, con su voluntariado o una aportación económica". Ese fue el llamamiento de Caracuel en un perol de migas con sabor a solidaridad.