Se llevan mucho las mochilas. No hay más que echarse a la calle para comprobarlo. Mochilas tal vez más grandes de la cuenta, en la espalda de nuestros hijos, nuestros nietos. Enormes mochilas en las estaciones. Mochileros de paso, de avión, de AVE, mochileros de a pie, por las calles del mundo. Nada que se ofrezca más en los escaparates reales, que hasta me dicen que este año los Reyes Magos van a traer mochila. La reina doña Letizia, nuestra reina maja, ha sido vista con una mochila a un lado, como un bolso del hombro.

Tiempo de mochilas, una mochila llena de mochuelos. Pájaros no para fritos, menos mal, que abren los ojos en la noche sobre todo y que brillan, aunque tristes brillen los árboles encendidos de este año en todo el mundo, y que cuentan cosas, alientan historias, si bien la mejor se puede escribir mañana mismo. Prohibido dejar de soñar. Sobre todo esta noche que ya esta aquí, que mañana podemos hacer que muchos de nuestros sueños se conviertan en realidad.

Sonrisa inquietante la de esa mujer que se llama Cristina Pedroche que, en principio, me gustó por el apellido y que se ha hecho la reina de la tele, al menos para mí. Porque no tiene ese síndrome que hoy se llama el pánico escénico, que se está llevando tanto. Es espléndida, y está llena de gracia verdadera. Lo que pasa es que ya tiene su novio, en el Rayo Vallecano. De todas formas, igual la vemos, que están ofreciendo el oro y el moro por su desnudo en no sé dónde. Lo merece.

Eso sí, nuestro Joaquín Sabina mejora, y aunque anda de la voz tocado, los años, las emociones no pasan en balde. Lo cierto es que le pasa lo que al buen vino nuestro, que mejora con el siglo. Suerte, maestro, y buena gira.

Nada como una gira, sépanlo ustedes. La que sigue haciendo en silencio, porque ella lo quiere así, nuestra Mari Carmen y sus muñecos, con la que estuve la otra noche en el Palacio de Congresos de Marbella, donde hice el pregón de Navidad. Había mucho cordobés, y por eso lo cuento. Le di dos besos a Karina, que cantó sus cosas en la final. Pero lo mejor fue aquella señora que me dijo, después de pedirme un selfie de esos, "que ponga usted algo de mí en su Perol del domingo, que lo leo con mucho gusto. Diga usted que en casa vamos a poner este año, como todos los 24, perol de Nochebuena, y diga usted que me llamo Rafaela y que he nacido en el Campo de la Verdad".

Dicho queda, señora mía. Como debo recoger en esta página lo de aquel día que traspasé a Manuel Benítez, el quinto Califa del toreo, ya saben, la invitación de Fidel Castro, a propósito del buen regalo de Navidad que les acaba de hacer Barack Obama, en este caso el rey negro, ya saben por qué. "Dile a ese torero amigo tuyo que acabamos de ver en la película que nos has puesto en el cine de La Habana esta noche que puede venir cuando quiera a cazar el pato de nuestra ciénaga, que lo vamos a pasar muy bien, y si no, a caimanes...".