Entretenido festejo de rejones el que tuvo lugar en el coso egabrense por la Feria y Fiestas de Septiembre, con tres estilos diferentes en el albero de concebir el toreo a caballo. La veteranía de Andy Cartagena se impuso a los dos jóvenes compañeros de cartel con una superioridad aplastante, a pesar de que en su primero, al que lidió entre una nube de polvo que diluía la figura del caballero y del toro, no estuvo Cartagena a la altura de su rango en el escalafón. Se dejó tocar las cabalgadura en demasiadas ocasiones y abusó de los efectos circenses luciendo la buena doma de sus caballos.

Es verdad que el toro era un marmolillo y le tuvo que permitir muchísimo para provocar la embestida. Realizó piruetas, quiebros andándole a paso español y sobre todo estuvo brillante con un par de banderillas a dos manos.

El público, contagiado de la alegría del jinete, pidió dos orejas que la presidencia, generosa, puso en sus manos. Diferente estuvo Cartagena en el cuarto de la tarde, un toro que se presentó en el ruedo más corretón, al que enceló con el caballo desde el primer rejón y al que toreó cosido a la grupa. Andy estuvo a gran altura en este toro, tanto con las banderillas cortas como con los quiebros y los alardes de doma antes de clavar. El público, siempre con él, solicitó el rabo, que la presidencia consideró ya excesivo. Una doble faena con la que abrió la puerta grande.

Le acompañó en la salida a hombros Manuel Moreno, un joven valor que estuvo muy variado y acertado en su primer enemigo, un toro más alegre. Moreno conectó con el público desde el primer encuentro toreando en terrenos inverosímiles, saliendo de los embroques muy pinturero. Quebró muy bien y clavó cortas al estribo.

En el sexto toro de la tarde que salió al ruedo, de 570 kilos de peso, Moreno pronto se quedó sin adversario, exigiéndole mucho al caballo para provocar las arrancadas. Alegre y acertado con banderillas y rejones, dejó un buen sabor. Aunque pudo estar mejor. Salida a hombros también.

Por último, Manuel Manzanares, el tercer rejoneador en el cartel, se encontró con un primer enemigo aplomado, muy tardo en las embestidas. No logró, a pesar de intentarlo, calentar al tendido porque no había colaboración en el animal. Colocó Manzanares al quiebro y puso banderillas cortas haciéndolo todo el caballero. Salió su segundo enemigo con más pies y a punto estuvo de tirarlo yéndose apurado de los encuentros. Con este toro primó más lo accesorio que lo fundamental, aunque clavó tres cortas con precisión.