No es momento de mirar el móvil. Ni de pensar en la almohada, ni en Bélmez. Ya habrá otro momento. Ahora toca mirar hacia atrás, dos años atrás, y comparar. Entonces era el Córdoba el que se abrazaba angustiado en el centro de El Arcángel esperando el resultado del Recreativo de Huelva para saber si se volvía a meter en promoción.

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Ayer, eran los propios aficionados onubenses, que habían acudido a la llamada del cordobesismo aunque fuese en número testimonial, los que se abrazaban a los del Córdoba para celebrar el pase a la promoción. Tanto igual pasó con los almerienses. Lo que a comienzo de la tarde era «a Segunda B» o cánticos con sorna apelando a Florin Andone --de hecho, la tarde comenzó con una trifulca en la plaza de Santa Teresa que obligó a las Fuerzas de Seguridad a intervenir--, se cerró en un abrazo entre aficiones y los mejores deseos para unos en la fase de promoción que está por llegar y otros para lograr olvidar una temporada penosa.

En esta ocasión, casi 20 minutos antes del pitido final, el Córdoba ya se sabía en promoción. El Almería se la jugó al empate. Le valía en ese momento. Y le terminó valiendo. Hubo pitos y chiflidos en varios momentos del partido. E incertidumbre. Mucha incertidumbre. Especialmente cuando el equipo caía. Una y otra vez tocaba preguntar si el Córdoba estaba.

Estaba en promoción y acabó en promoción. Y en vez de tenerse que conformar con la clásica foto de vestuario con la mayoría de jugadores en calzoncillos. Ayer tocó vuelta al ruedo, abrazos y recoger las pancartas que los más pequeños llevaban para intentar ganarse una camiseta. Pineda hizo la ofrenda. En el palco faltaba gente. También en el campo. Brigadas se acordó. «Florin, Florin, Florin...».

El jueves, nueva cita. Los abonados tendrán que pagar suplemento: la mitad del precio de la entrada. Entre 8 y 20 euros