Me enganchan estos desafíos contra natura que destilan principios de otros tiempos: compromiso, sacrificio, lealtad... Admiro a quienes son capaces de conseguir que un puñado de gente común, sean futbolistas o pegayesos, den forma a algo que, a priori, está por encima de sus posibilidades, y más aún a quienes dan hasta el último de sus alientos por alcanzarlo. Por eso, al margen de si aguantarán o no, si seguirán colíderes o no, juegan bonito o juegan feo, me engancha tanto la reacción que Oltra y sus jugadores, insisto, Oltra y sus jugadores han tenido a lo largo de estas nueve jornadas al órdago lanzado desde la propiedad a comienzos de este viaje tan apasionante de Segunda. Aquella apuesta desmedida que condicionó las exigencias de un grupo que llegó roto de un año para olvidar y que cada día que pasa está más a gusto y seguro de lo que hace.

Nueve jornadas después no hay día que no pare un instante a establecer paralelismos con aquella dura campaña que nos llevó hace dos a empujones a Primera. Contra viento y marea. Poco tiene que ver en cuanto al desarrollo pero sí en las actitudes corales. Ahora, la ventaja es que la iniciativa la han recuperado Oltra y sus jugadores, tras un mal arranque de minas y dudas. Nadie mejor que ellos para llevar el peso por méritos y nadie mejor que el entrenador para decidir hacia dónde ir.