Saludaba uno a El Arenal nada más llegar a las inmediaciones de El Arcángel y todo seguía igual. El páramo antes de llegar al estadio, los aficionados pululando alrededor del edificio y haciendo los mismos comentarios: «Hoy nos juntamos aquí menos que en un partido de cadetes». No cambiaba nada. El día había sido movido, muy movido. Y las preguntas se agolpaban sobre el qué pasará. Qué ocurrirá con el equipo, qué pasará con la ciudad deportiva, qué es lo que harán, en general, con todo. Pero ese todo, el que se circunscribe al encuentro de cada jornada, continuaba igual. El director del partido enviado por la LFP se la liaba a más de un compañero gráfico y el departamento de comunicación lo intentaba de todas las maneras hasta que buscó una solución intermedia. Salvo esa excepción, nada había cambiado. Jesús León y Luis Oliver se habían quedado con el club, a la espera de que Prasa les abra la puerta definitivamente, para lo cual hoy debe ser un día importante. Pero en El Arcángel nada cambiaba. Gradas desangeladas nada más acceder al recinto como ha sido la tónica habitual esta temporada. Sonaba el himno y se cantaba por parte de los 5.000 escasos que se atrevieron a ir, los que aún no estaban hastiados o los que, aun estándolo, acudieron. Quizá porque con eso de la llegada de la dupla León-Oliver algo tenía que cambiar. En la zona noble, también los mismos, los «fieles del palco», mientras que los de la grada de animación recibían el pitido inicial con un «González vete ya». Cierto. Nada cambiaba en El Arcángel a pesar de la noticia del día.

Pero el equipo se negó a que todo continuara por los mismos derroteros de siempre, por los caminos oscuros que ha transitado esta temporada.

Se comprobó desde el inicio: más velocidad, más competitividad, más garra, más fuerza, más intentarlo todo... Caro avisó a los seis minutos y Galán tuvo el primero en sus botas pocos después. El Córdoba no era el Córdoba. El Reus se parecía algo al Reus, pero Sergi Guardiola, en sólo dos minutos, reventó todas las previsiones. El pichichi blanquiverde veía puerta en el minuto 23 y en el 25 y tras el jolgorio, la incredulidad y la sonrisa medio congelada había que volver a los oscuros pensamientos. «Espera, espera, que esto ya lo hemos visto. Verás ahora».

Y no. El Córdoba insistía en no ser el Córdoba. Guardiola volvía a intentarlo y su disparo se le marchaba alto. Edgar Badía llegaba dos décimas antes que Jovanovic a un balón dividido que hubiera dejado al serbio solo ante la portería y, tras una contra de Caballero, Lara sacaba un saque de esquina que impactó Caro, pero el disparo le salió mordido. «Sí, pero estamos en el descanso y a ver quién se queda tranquilo con este equipo», decía un compañero, aún intranquilo ante los antecedentes vividos.

Pero el Córdoba insistía en que no era el Córdoba que se había visto en los 19 encuentros anteriores, que era otro. Y siguió confirmándolo en el segundo acto. Ni una pizca de desidia, ni una miajita de flojedad, ni tanto así de desfondamiento. En definitiva, el Córdoba no era el Córdoba y el conjunto blanquiverde fue la única excepción, gratísima, a la rutina gris de El Arcángel en esta temporada.

Porque nada más salir del descanso, Sergio Aguza se sacaba un disparo desde la frontal del área, ajustado al palo de Edgar Badía, para mandar el mensaje a todos, a los que estaban en la grada, a los que lo vieron por televisión, a los que lo escucharon por la radio, a los que habían ido los 19 partidos anteriores pero a éste no, que es otro. Y que la cosa ha cambiado. Desde luego, intención de cambiar sí que demostró tener.

Caballero dibujó un gran pase para dejar a Jovanovic solo ante Edgar Badía, pero el serbio se durmió. El Reus intentó aparecer por medio de Lekic y de Máyor, pero fue un suavísimo espejismo que borró de un gran zurdazo Sergi Guardiola para anotar su tercer tanto particular y el cuarto del conjunto blanquiverde. Recibió el balón de Sergio Aguza, que se apuntó también el quinto tanto tras un enorme disparo que se coló por toda la escuadra. Por si era poco, antes del quinto, Javi Galán cerró un gran encuentro con un disparo al palo, pero estaba bien el marcador tal y como estaba, un 5-0 para cerrar un triste 2017 y confiar en que el 2018 sea muy diferente.

En la grada se cantaba «Forza Córdoba» con la música de villancico y se recordaba al equipo que «sí se puede». Evidentemente, si se da continuidad y se mantiene lo visto sobre el terreno de juego de El Arcángel anoche, claro que se puede.

Un terreno de juego que, como todo lo demás, también permanecía sin cambio. Ni con él se resintió el juego del conjunto blanquiverde, que firmó el mejor encuentro de la temporada, por supuesto, pero también el de la anterior.

Los pocos que se dieron cita, quizá por la incredulidad, quizá porque temían que no se volviera a repetir, disfrutaron de los últimos minutos como hacía mucho tiempo que no se veía. Se llegaron a oír olés en los pases del conjunto blanquiverde y gritos, de nuevo, de «González vete ya». El equipo de Romero, a su manera, también le dijo adiós. Con una manita.

Córdoba - Reus (5-0)

Córdoba: Kieszek, Caro, Joao Afonso, Edu Ramos; Fernández (Loureiro, min. 63), Sergio Aguza, Caballero (Álvaro Aguado, min. 75), Javi Lara, Javi Galán; Jovanovic (Alfaro, min. 81); Sergi Guardiola.

Reus: Edgar Badia; Campins, Olmo, Atienza, Migue; Carbonell, Ledes (Yoda, min. 53), Juan Domínguez; Haro (Lekic, min. 63), Borja Fernández (Vitor Silva, min. 53) y Máyor.

Goles: 1-0, min. 23: Sergi Guardiola; 2-0, min. 26: Sergi Guardiola; 3-0 min. 49: Sergio Aguza; 4-0, min. 78: Sergi Guardiola; 5-0, min. 84: Sergio Aguza.

Árbitro: Valdés Ayer, Jorge (colegio castellano-leonés). Amonestó a los visitantes Olmo, Migue, Juan Domínguez y Vitor Silva.

Incidencias: Partido de la vigésima jornada de LaLiga 1/2/3 disputado en El Arcángel ante 4.781 espectadores, la peor entrada de las últimas cuatro temporadas.