El 2016 no ha sido el único año en el que Córdoba aspiró a ser Capital Europea de la Cultura, aunque ya quede lejos en la memoria de la ciudad. Casi 30 años antes, el Ayuntamiento decidió optar a tan preciado título para 1992, un año en que Barcelona celebraba los Juegos Olímpicos y Sevilla la Exposición Universal, pero la carrera fue bastante más corta y, sobre todo, más silenciosa, por lo que la frustración también fue menor cuando la Capitalidad se quedó en Madrid. “Se nos ocurrió que Córdoba podía tener una oportunidad porque ese año le tocaba a España, por lo que iniciamos gestiones con Javier Solana, entones ministro de Cultura y, por tanto, responsable de la nominación de la ciudad española”, recuerda Herminio Trigo, alcalde de Córdoba en aquel momento. «Hubo mucha frialdad en la primera conversación y pusieron muchos obstáculos», continúa Trigo, que considera que el hecho de que el título no llegara a Córdoba «fue una cuestión más política que de méritos de la ciudad”, achacando la decisión del Gobierno a que ese año Madrid no se podía quedar fuera de los grandes eventos del 92.

«Cuando tuvimos conocimiento de que Madrid disputaba la Capitalidad la dimos por perdida», rememora Trigo, que confiesa que en ese momento «bajamos la guardia». «Aún conservo algunos objetos de merchandaising, como bolígrafos o mecheros», continúa el exalcalde, que explica que aquel proceso fue muy distinto al del 2016 porque el sistema de elección era muy distinto. «No había una solicitud oficial, solo demostrar el interés ante el Gobierno», continúa Trigo, que asegura que la Capitalidad de Madrid casi pasó desapercibida porque fue eclipsada por los acontecimientos de Sevilla y Barcelona y, por tanto, «pensé que quizá hubiera sucedido lo mismo con Córdoba y, de alguna manera, se abrió un camino y quedaba un cartucho». El sueño duró poco, lo que hizo menor la frustración. “No tuvo nada que ver con la campaña del 2016», continúa Trigo, que asegura que, si nos hubieran dado el título, «hubieramos tenido que improvisar».