Los líderes de la Unión Europea pueden estar dispuestos a dar cierto margen a Londres para decidir el calendario y el camino a seguir tras la victoria del ‘brexit’ pero hay una línea roja que no están dispuestos a cruzar y esa es la de un divorcio a la carta como pretende el gobierno británico. Su primer ministro en funciones,David Cameron, ha llegado a la primera cumbre de jefes de estado y de gobierno de la UE tras el caos político desatado por el referéndum del pasado 23 de junio, obligado a dar explicaciones. Ha reivindicado un proceso “constructivo” y ha asegurado que el divorcio no significa que Londres vaya a dar la espalda a Europa.

“Aunque dejemos la Unión Europea no debemos dar la espalda a la UE porque estos países son nuestros vecinos, amigos, aliados y socios”, aseguraba rebajando la gravedad de la crisis política que amenaza con desestabilizar a toda Europa. “Espero que busquemos la relación más estrecha posible en comercio, cooperación y seguridad porque es bueno para nosotros y para ellos”, pedía en tono conciliador sobre los asuntos en los que quiere un trato de favor.

El resto de colegas han dejado claro que, si bien pueden darle algo de espacio no le darán privilegios, que Londres no puede pretender aprovecharse de lo bueno de la UE y olvidarse de lo malo. Y la primera en hacerlo era la canciller alemana Angela Merkel, antes incluso de llegar a la cumbre ante el Bundestag. “No habrá picoteo para el Reino Unido”, informa Carles Planas. “Quien salga de esta familia no puede esperar mantener sus privilegios sin tener unas obligaciones”, añadía desde el Bundestag.

“No estamos en Facebook, donde el estado es complicado. O se está casado o no. No podemos estar casados y lanzar un procedimiento de divorcio al mismo tiempo. No puede haber término medio”, puntualizaba poco después el primer ministro luxemburgués, Xavier Bettel. En nombre de otro de los países fundadores, el belga Charles Michel, endurecía el tono. “No acepto que Europa sea rehén de la crisis política en Gran Bretaña, que paguemos la factura por las decisiones adoptadas en Gran Bretaña” y “no tengo intención de aceptar que se nos someta a un chantaje indefinido, que Reino Unido juegue durante meses y meses con el resto de Europa”, añadía sobre un lío generado según su colega lituana, Dalia Gribauskaite, por las ambiciones políticas personales de Cameron.

Si hay en un elemento en el que coinciden los 27 es en que las negociaciones con Londres no pueden empezar -ni formal ni informalmente- hasta que notifiquen su deseo de activar elartículo 50 del Tratado de Lisboa que desencadena el proceso. “Sin la notificación de Reino Unido no empezaremos las negociaciones del proceso de divorcio ni sobre una futura relación”, recordaba el presidente de la UE, Donald Tusk, que ha pedido paciencia lo mismo que el primer ministro holandés y presidente semestral de la UE, Mark Rutte. “Defendería darles algún espacio. Inglaterra ha colapsado en el plano político, monetario, constitucional y económico. No es razonable reclamarles la activación el artículo 50”, decía. Hasta el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, uno de los más combativos rebajaba el tono. “No deberíamos esperar mucho tiempo. No deberíamos esperar hasta que el partido conservador resolviera sus problemas internos. No pueden tener a todo un continente esperando pero entiendo por qué David Cameron quiere esperar a septiembre y entiendo las conclusiones de Berlín de que septiembre puede ser el momento para activar el artículo 50”, admitía.

Aunque la decisión del 'brexit' es una realidad, el escenario no está claro y hay quien apunta a la posibilidad de un nuevo referéndum, de que el parlamento británico no ratifique la decisión e incluso de que el gobierno británico no llegue a activar el proceso de divorcio. ¿Y si ocurre esto último?, le preguntaban a Gribauskaite. “Bienvenidos, bienvenidos de nuevo”, respondía sonriente. No es la hipótesis central y por eso este miércoles Tusk ha convocado a los 27 líderes de la UE -todos menos Cameron- a hablar sobre el futuro sin Reino Unido. Una primera discusión que tendrá continuidad. Si se cumplen sus planes habrá otra en Bratislava en el mes de septiembre.