Los mercados bursátiles de todo el mundo volvieron a vivir ayer una jornada aciaga, después del lunes negro del día anterior. El creciente temor a una nueva recesión en EEUU (y, por ende, en la economía global) está hundiendo la cotización de los valores en unas bolsas sobrevaloradas en los últimos años, al calor de la liquidez proporcionada por los bancos centrales de todo el mundo. La bolsa española cayó ayer el 2,39% y acumula una pérdida de casi el 7% en dos días, que se eleva al 17% en lo que va de año. Desde mediados del 2017, la bolsa española ha perdido más del 30% de su valor. La fotografía no es muy distinta en el resto de las bolsas europeas y mundiales, mientras que el dinero que huye de la bolsa busca refugio en los bonos de EEUU y Alemania, en el oro, el yen y el franco suizo. El oro ha subido el 12% en lo que va de año.

El descenso de las bolsas se prolonga ya desde julio y agosto pasado --y se trata de un shock negativo lo suficientemente intenso y persistente para ser preocupante--, valora el servicio de estudios de Bankia. "Los motivos siguen siendo las dudas sobre el crecimiento mundial que plantean el menor crecimiento de China y una posible devaluación adicional de su divisa, la incertidumbre sobre la política de tipos de interés en Estados Unidos, y los bajos precios de las materias primas, que han añadido un elemento de riesgo adicional en los balances y cuentas de resultados de las entidades financieras", resumen desde Banca March.

La política monetaria expansiva de los bancos centrales en los últimos años ha inundado de dinero la economía de EEUU, la zona euro y Japón. Al mismo tiempo, los bajos tipos de interés han conducido todo este dinero a la bolsa en busca de la rentabilidad que no encontraban en los depósitos ni en los bonos. De ahí la fuerte subida de la bolsa en los últimos años. Ahora, los temores a una recesión en EEUU hace que muchos inversores se lancen a vender sus acciones, hundiendo así los mercados.

Entre los inversores, además, hay dudas sobre la capacidad de los bancos para subsistir en un entorno de bajos tipos de interés e incluso negativos en el que además sus balances pueden sufrir por su exposición a empresas del sector energético (que sufren pérdidas por la caída del petróleo) y de materias primas. La bola de cristal de indicadores financieros y macroeconómicos en la que saben mirar los analistas da una probabilidad de entre el 20% y el 25% de que EEUU vuelva a caer en recesión a corto plazo. Y aunque no es una probabilidad elevada, sí es creciente. EEUU encadena ya siete años de crecimiento y hay quienes temen ya un cambio en el ciclo.