Albert Ferrer llegó a un Córdoba convulso después de haber ganado 9 puntos de 27 posibles tras la mala racha de diciembre a las órdenes de Pablo Villa y la comparecencia del equipo en Numancia a las órdenes de Luis Carrión. El técnico catalán, pese a haberlo ganado todo como jugador, llegaba casi sin experiencia en los banquillos. Hacía dos temporadas que no dirigía a un equipo y su único aval era media campaña en el Vitesse holandés, equipo al que logró salvar del descenso. Un descenso al que se acercaba peligrosamente el Córdoba y del que incluso se llegó a hablar en la presentación del otrora lateral del Barça.

Nada más aterrizar en El Arcángel realizó un mini stage en Marbella para conocer a la plantilla, una suerte de pretemporada ya entrada en la segunda vuelta. No le fue bien en las seis primeras jornadas y el equipo estaba cada vez más próximo a la categoría de bronce. No obstante, llegó la sorprendente victoria en El Molinón, donde se empezó a cuajar el ascenso del Córdoba, que terminaría de materializarse el 22 de junio en el Gran Canaria, con lo que el nombre del entrenador quedará vinculado a la historia del cordobesismo por dirigir al equipo que volvió a Primera División 42 años después.

Inicios duros

Pero no lo tuvo nada fácil. Ya desde su llegada escuchó pitos en la grada y el grito de "Chapi, vete ya". Y es que el Córdoba se hacía fuerte fuera de casa --en su primera salida Ferrer conquistaba Montilivi, uno de los campos en los que el Córdoba nunca había vencido--, pero en El Arcángel los números no acompañaban en una temporada en la que la directiva presidida por Carlos González había prometido abonos gratis si el equipo no jugaba la promoción.

El barcelonés siempre se vio capacitado para lograrlo. Incluso cuando cayó en Sabadell después de adelantarse en el marcador, Ferrer dio un discurso optimista que después haría propio. Un discurso que le llevó a jugarse los cuartos a cara de perro ante el Mallorca en la última jornada de Liga, donde finalmente ambos lograron sus objetivos --salvación, los bermellones; promoción, los blanquiverdes-- con un empate sin goles. Después llegó el mágico minuto 7 de la Nueva Condomina, ese penalti fallado por Saúl y el gol de Pedro. Y, por último, Las Palmas escapando viva de El Arcángel y el gol de Uli Dávila en el minuto 93 con la afición pío, pío en el campo.

Sin favoritismos

Logró tomar las riendas de un vestuario anímicamente tocado en Segunda, pero no pudo con los egos de un plantel superpoblado en Primera y muchos pesos pesados de la plantilla le empezaron a señalar como el responsable del escaso juego ofrecido por el Córdoba, del mismo modo que Raúl Bravo ya le señalaba en su despedida como el único responsable de su marcha. Jamás se casó con nadie y nunca dudó en dejar a un jugador fuera de una convocatoria, lo que a la postre pudo ser su perdición. Se marcha sin saber lo que es ganar en Primera.

En números

En total, los números de Ferrer en el plantel blanquiverde han sido 22 puntos de 36 en Segunda, tres empates y una victoria en la fase de promoción, y cuatro puntos de 24 en Primera División. El conjunto cordobesista no gana desde el encuentro de vuelta de la primera ronda de la fase de ascenso, ante el Murcia, o lo que es lo mismo 10 partidos sin ganar. En su contra, sobre todo, las comparecencias en casa, donde solo sumó dos victorias en 15 encuentros en El Arcángel.

Ideas de la Masía

Ferrer, el hombre del discurso optimista que aseguraba mirar siempre hacia arriba incluso en los peores momentos, siempre tuvo clara su idea futbolística para el Córdoba: protagonismo y posesión de balón. No obstante, pronto se vio obligado a abandonar ese planteamiento en pos de una solidez defensiva que, si bien en Segunda le sirvió para ascender, en Primera se ha demostrado inútil.

Introdujo prácticamente desde su llegada algo muy poco habitual en Córdoba: los entrenamientos a puerta cerrada.

Se marcha Ferrer, el técnico del ascenso, el hombre que puso a prueba a los más optimistas, el que siempre miró hacia arriba aun cuando todo invitaba a agachar la cabeza. Historia ya de la que se escribe en blanco y verde, en el capítulo del retorno a Primera División después de 42 años y que se lleva el agradecimiento de buena parte de la afición. Un hombre que se coló entre las estrellas en el cielo de Londres, que lo fue todo en el campo, algún día podrá contar que con un equipo humilde y ante las adversidades logró sacar a 200.000 personas a la calle unidas por una pasión infinita para celebrar el ascenso del Córdoba.