CULTURA EN CÓRDOBA

Los cines de verano, un caramelo envenenado

Córdoba se acerca a junio sin resolver el espinoso asunto de un patrimonio inmaterial que oculta un negocio deficitario con una deuda acumulada y lo enfrenta al deseo romántico de la ciudadanía

El futuro de los cines de verano está en el aire.

El futuro de los cines de verano está en el aire. / CÓRDOBA

Araceli R. Arjona

Araceli R. Arjona

El próximo 28 de abril se cumplirán dos años de la muerte de Martín Cañuelo, el cinéfilo romántico que caminó sobre la tela de una araña durante más de un lustro para mantener la actividad de los cines de verano de Córdoba. Cargado por las deudas de un negocio deficitario que pasó de resfriado a tísico durante la pandemia, Cañuelo falleció dejando tras de sí un caramelo envenenado que primero atragantó a sus herederos, que encontraron ante notario una maraña administrativa difícil de desentrañar, y ahora se ha convertido en patata caliente para el Ayuntamiento.

Mientras las plataformas vecinales y culturales de la ciudad claman en la calle por la reapertura de los cines este verano, sin entrar en ninguna propuesta concreta, señalando al Ayuntamiento como artífice necesario del milagro, el sobrino de Martín Cañuelo, un joven trabajador instalado en Londres sin experiencia previa en la materia, se debate entre la necesidad de gestionar el legado de su tío sin traicionar sus principios y la urgencia de mantener a flote una sociedad afectada por una deuda, que pierde dinero cada nueva temporada que las salas permanecen cerradas, y cuya apertura, si no hay más actividades que las del cine puro y duro, tampoco garantizaría la sostenibilidad del negocio. Difícil papeleta.

Desde la oposición, se exige al Ayuntamiento soluciones rápidas y se propone, por ejemplo, la compra de los cines, una vía que obligaría a un rosario de trámites para justificar la adquisición y a una dotación suficiente, quién sabe si asumible, para la adquisición y gestión posterior de los espacios. «Hay otras fórmulas jurídicas», apunta la ciudadanía, tan exigente en sus demandas como parca en las concreciones. ¿Un convenio, un alquiler, un traspaso? ¿Por qué debería asumir el Ayuntamiento la deuda de un particular?¿El interés general del disfrute de los cines de verano justificaría la maniobra?

En medio de tantas dudas, el alcalde dijo el otro día ante el Pleno que pronto habría buenas noticias sobre este asunto, pero las fuentes municipales consultadas no dan más información oficial sobre el tema, pero off the record, siguen subrayando las reticencias del gobierno local a asumir los riesgos de una inversión más romántica que práctica. A dos meses del inicio de la temporada, lo único claro es que el gran escollo es monetario. ¿Alguien conoce algún mecenas o habrá que recurrir al crowdfounding para salvar los cines de verano?

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