Pues mira, no dejaría de traerme nunca algo que está aquí, en esta mesa, nunca dejaría de traerme una cámara de fotos, nunca dejaría de traerme un libro y creo que con esas cosas podría prácticamente sobrevivir, y una libreta para escribir, claro. Realmente es algo muy sencillo.

Entonces, bueno, al final vas provocando, y la bicicleta va también provocando. Para mí la mezcla de esfuerzo físico y lo que te va originando el camino es lo que hace que sea fundamental viajar en bici.

Y no sé, cuando estás por ejemplo en momentos como los de ayer, comiendo en el jardín de una familia y llega un niño y te da un tiramisú que ha hecho él, esos momentos hacen que merezca la pena el viaje.

Y al día siguiente fue raro, fue raro en el sentido de que no hacía tanto por provocar esos encuentros, y ese día fue ayer, y yo lo noté, en que me costaba más, que íbamos más a nuestro aire, sin tampoco pararnos demasiado en la gente, haciendo kilómetros.

También tiene el punto ese de aventura; al final, si viajamos en bicicleta es porque nos gusta un poco la aventura y la aventura también es esto, que te expongas a la lluvia, que estemos comiendo en el soportal, que tengas incluso que alterar la ruta del viaje, que llegues congelado…

¿Que lo ideal sería un hotel, un restaurante y un coche ahora? Más cómodo sería. ¿Qué es lo que te gusta a ti? Pues a mí particularmente me llena más esto.