Córdoba y el cobre (La Electromecánicas: 1917 - 2017), es el título de ese buen libro que acaba de publicar Manuel Sanchiz Salmoral en la colección Arca del Ateneo. Según Manuel León Herrador, esta obra ayuda a comprender la historia de esa empresa. La Letro ha dado a Córdoba desde 1917 la primicia de ser su principal industria. Sus actividades básicas dedicadas al cobre y a la maquinaria eléctrica continúan siendo referentes europeos. El empleo, la inversión, la tecnología de la empresa han beneficiado a la ciudad, a su economía y a su entramado social, industrial y de servicios. Se puede afirmar, continúa Manuel León Herrador, que Córdoba fue, especialmente en la actividad del cobre, pionera en el proceso de industrialización española. En este libro se recogen 100 años de historia de la emblemática factoría: 61 años como Secem y desde 1978 hasta hoy con más de una docena de siglas y nombres como Cunext Coper, Outukumpu o Estacor. Pero eso no importa porque para Córdoba será siempre La Letro. Este libro, ilustrado con numerosas fotografías de diferentes épocas, además de esa fábrica y la Barriada, nos presenta un memorial de sindicalistas, de grato recuerdo los que ya se fueron y de grata presencia quienes están entre los que vamos tirando todavía. José Balmón Castell, Leonardo Rodríguez, Rafael Tejedera, Marcelino Ferrero, Manuel Ortiz Caballero, Francisco Ferrero Márquez, Francisco Salido Muñoz, José Monje Ruiz y los que sin tener cargos sindicales, como mi querido suegro Rafael Cabrera Blancart, forman parte de esa historia como tantísimos dignos de recordar.

Y ya que me voy quiero acabar contando a mis admirados lectores que en mayo de 1976 la oficina del INEM de Colón, dirigida por Emilio Flores Callava, gran persona y ejemplar funcionario, nos envió a veinte desempleados a la Letro contratados por tres meses para limpiar los hornos de la factoría llamada entonces Outukumpu. Al llegar fuimos recibidos por alguien con mando en plaza y bien informado de la actualidad local, que nos habló en términos vilipendiosos de la Asamblea de Parados, aquella cosa. Nos habló de lo importante que era para nosotros haber sido contratados por ellos, los que batían el cobre en Córdoba. Si éramos buenos trabajadores, si cumplíamos con nuestra obligación serían renovados nuestros contratos y los que demostraran su valía y amor al trabajo, pasarían a formar parte de la plantilla de la empresa, algo grande para todos que a fin de cuentas solo éramos obreros en paro. Absolutamente conmovidos por la perorata de aquel menda nos pilló la hora del bocata y allí fue el crujir de oídos. El Cahue largó un mitin a los 20 contratados y les dijo que allí sólo había trabajo de limpieza, que no hiciéramos caso del tipo aquel porque a los 3 meses volveríamos al paro. Resumiendo, que a los trece días en el periodo de prueba, el Cahue fue despedido. Y el resto a los tres meses.