Llamada así porque en ella existió hasta 1868 un convento con ese nombre. Es una calle muy popular por sus comercios y por el tránsito continuo entre el centro urbano y los barrios de Poniente. La mitad de la calle es peatonal para impedir el paso de vehículos a Gran Capitán y Tendillas. El Ayuntamiento intentó ensanchar la calle y aceptó el derribo de una casa en el nº 10, con imagen regionalista andaluza original del arquitecto Francisco Azorín, un socialista exiliado en 1939. La piqueta no siguió porque la casa siguiente, sede del Banco de Vizcaya, y con una original veleta de San Rafael, es una de las más bonitas de Córdoba, obra del arquitecto Félix Hernández, y en la acera de enfrente, en el nº 3, también había que salvar otra gran obra de este arquitecto, un edificio para viviendas particulares, de exquisita fachada.