La gran dama de la pequeña pantalla fue durante años la reina de las mañanas. Y de las tardes. Incluso hizo sus pinitos en las noches. Su rostro ocupó casi la totalidad de las franjas horarias. Tanto que sentó cátedra.  

La huella de “la Campos” no sólo se mide por su extensa trayectoria profesional, también en la radio, sino por su capacidad para trascender su propio personaje, hasta convertirse ella y su familia en casi una subsección televisiva fija dentro de la información del “corazón”.