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París, más de lo mismo

3 De Chanel a Lagerfeld pasando por Armani y Gaultier, la ‘haute couture’ asegura el tiro

París, más de lo mismo

Viendo las imágenes que llegan esta semana de los desfiles de París, la sensación que uno tiene es que todo tiene un tufo a déjà vu, a ya visto. La treintena de maisons, de más de diez nacionalidades que concurren a la cita con la alta costura para esta primavera, están cubriendo el expediente y poco más. No hay relevos a la vista, así que hay que contentarse con las propuestas de dos octogenarios como Karld Lagerfeld (84 años) al frente de Chanel y de un incombustible Giorgio Armani (83 años), que aunque tiene atado su retiro se resiste a tirar la toalla, «porque soy un adicto al trabajo y me encanta la gente joven». Y tenemos también a un Jean Paul Gaultier, que desfiló ayer, y para el que la coletilla de enfant terrible hace mucho tiempo que desapareció de su currículo. Ya tiene 65 años y ayer volvió a hacer un show con aires psicodélicos, colores vivaces y adornos con flecos.

Y si la alta costura, que es lo más parecido al arte, no emociona, no innova, qué sentido tiene, se preguntan muchos entendidos, más allá de servir para ayudar a vender perfumes, gafas y bolsos.

Además y aunque la cifra se pronuncia a media voz, en estos momentos se calcula que entre 800 y 1.000 mujeres en el mundo encargan este tipo de vestidos, que se hacen bajo pedido, que cuestan lo mismo que un coche de gama media y que como mucho sirven para deslumbrar en la alfombra roja.

Así que los diseñadores aseguran el tiro. Y Schiaparelli, Giambatissta Valli, Elie Saab, Givenchy tratan de contentar a sus clientas. Por eso también Stéphane Rolland ha recurrido a su amiga la modelo madrileña Nieves Álvarez, estupenda a sus 43 años, para abrir su desfile con esos vestidos suyos con hombros que echan a volar.

Lagerlfd volvió a transformar el Gran Palais en un jardín romántico para su presentación versallesca y para declinar el tweed por enésima vez, esta vez con muchos brillos, plumas y pedrería. Y contó de nuevo con Kaia Gerber, la hija de Cindy Crawford, como modelo mediática.

Armani Privé pintó la pasarela de acuarelas. Y en el Museo Rodin Maria Grazia Chiuri imaginó para Dior un surrealista baile de máscaras en blanco y negro, con máscaras en forma de alas de mariposa.

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