Ganado: cinco novillos de Vistalegre, ganadería que tomaba antigüedad, desiguales de presentación y muy deslucidos por blandos y descastados. El cuarto fue un sobrero bis de Virgen María, al ser devuelto el primero y también el primer sobrero de Torrealba y correrse turno después, de buen juego, aplaudido en el arrastre.

Rocío Romero (lila y oro): estocada (silencio); dos pinchazos y otro hondo (silencio).

José Fernando Molina (canela y oro): pinchazo y estocada (ovación); estocada trasera y atravesada y nueva estocada (silencio).

Germán Vidal El Melli (blanco y oro): estocada y descabello (silencio); estocada trasera y dos descabellos (silencio).

Plaza: Madrid, Las Ventas. La plaza registró un alrededor de un cuarto de entrada (7.052 espectadores, según la empresa) en tarde-noche de calor insoportable. 

La canícula madrileña, acrecentada aún más con la sofocante ola de calor que azota estos días la capital, y la extrema falta de raza de los novillos de Vistalegre se fusionaron para dar forma a un espectáculo tremendamente aburrido y pesado, este jueves en la segunda nocturna del mes de julio en Las Ventas.

No empezó ya bien la noche cuando el novillo que abría plaza se partía el pitón nada más saltar al ruedo. Fue reemplazado por el sobrero de Torrealba que, por si fuera poco, se partió la mano, por lo que tuvo que ser apuntillado en el ruedo. Decidió Rocío Romero echar por delante el cuarto, de la ganadería titular, que ya fue el que, por fin, se mantuvo hasta el final de la lidia.

Lo que pasa es que fue un utrero que se quedó casi sin ver, pues la cordobesa, que hacía su debut en Madrid, evidenció muy poco rodaje a lo largo de una faena de muchas precauciones y en la que apenas llegó a ponerse ante un animal que aparentemente no se comía a nadie y al que, eso sí, mató de una certera estocada.

Igual de cautelosa anduvo Romero con el sobrero bis de Virgen María que hizo cuarto, con la diferencia de que éste fue un buen novillo con el que no se acopló en ningún momento la novillera en otra faena de nulo contenido.

José Fernando Molina, que volvía a Madrid después abrir la Puerta Grande de esta misma plaza el pasado 19 de junio, se las vio con un primero novillo que se afligió enseguida, descastado y sin fuerzas, con el que el joven albaceteño anduvo templado y solvente para, al menos, justificarse ante tan deslucido antagonista.

El quinto fue todavía más deslucido, pues a su nula raza se unió también la falta de fuerzas, lo que hizo que perdiera las manos a la mínima que se le exigía. Molina quiso hacer las cosas con suavidad, pero ni así. Faena, por tanto, sin historia ante un animal que lo condicionó todo.

El otro debutante de la noche, El Melli, mostró buen corte con el capote tanto en un arrebatado saludo a la verónica como en un posterior galleo por chicuelinas. Pero no hubo más, pues el novillo, sin raza alguna, se vino muy abajo en el último tercio y el joven sanluqueño no pudo pasar de voluntarioso.

Con la noche ya muy cuesta arriba el sexto no hizo más que ahondar en el espectáculo tan pesado que se estaba viviendo, pues fue otro animal descastado que se paró enseguida y con el que el Melli pasó sin pena ni gloria.