FICHA DEL FESTEJO

Ganado: Seis toros de Victorino Martín, bien presentados en líneas generales y de poco juego. Solo el segundo, que tuvo ritmo y mucha transmisión, se salva de la quema de un envío al que le faltó sobre todo raza.

López Chaves (caldero y oro): pinchazo y estocada corta tendida (palmas); dos pinchazos, media tendida y atravesada, y descabello (silencio).

Alberto Lamelas (lila y oro): estocada baja (ovación); bajonazo (ovación).

Jesús Enrique Colombo (azul noche y oro): estocada desprendida y atravesada (silencio); media y descabello (silencio tras aviso).

En cuadrillas, José Mora saludó tras banderillear al quinto, con el que destacó picando David Prados. También Israel de Pedro picó muy bien al sexto.

Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en recuerdo de Francisco Rivera "Paquirri", fallecido tal día como hoy pero en 1984 en la plaza de toros de Pozoblanco (Córdoba).

La plaza prácticamente se llenó dentro del 50% de aforo permitido (unos 11.000 espectadores). 

 El diestro Alberto Lamelas saludó las únicas dos ovaciones de la tarde de este domingo en Las Ventas, un premio que se antoja escaso para el lote que le correspondió en suerte, el de más opciones de una desigual corrida de Victorino Martín.

Con una "portagayola" de infarto recibió Lamelas al primero de su lote, segundo de corrida, un ejemplar astifino y muy ofensivo por delante del ganadero de Galapagar, y que, aunque manseó en los primeros tercios, luego tuvo ritmo y transmisión en sus arrancadas por el derecho, por donde el jienense pasó algún que otro apuro al tratar de domeñar esas exigentes embestidas.

Luego hubo un esfuerzo aparente, trató de buscar la colocación en los preparativos de cada muletazo, pero la sensación fue de que no acabó de cogerle el aire a su oponente hasta prácticamente el final de faena, cuando acertó a echarle los vuelos por el izquierdo para robarle algún natural suelto de buen trazo. Pero fueron solo detalles dentro de una faena tan voluntariosa como desordenada.

A la puerta de toriles volvió Lamelas a saludar al quinto, que casi le vuelve a arrancar la cabeza en la larga cambiada. Luego el toro tuvo brío y alegría en las dos arrancadas al caballo, aunque en la muleta no tuvo la misma codicia y se apagó también prontito.

Y Lamelas, más o menos igual que antes, es decir, quiso mucho, se le vio totalmente entregado, pero sin acabar de encontrar las teclas precisas para resolver en lo artístico ante un animal que acabó aburriéndose por completo.

El primero de López Chaves fue un toro muy atrancado de los cuartos traseros, lo que hizo que nunca se empleara que le costara un mundo tirar para adelante en la muleta, quedándose corto, sin humillar y "cantando la gallina" ya a mitad del embroque.

El salmantino anduvo muy centrado y en profesional con semejante animalito, haciéndolo todo a favor de obra, con mucha suavidad, a su altura y sin violentarlo para robárselos de uno en uno. Buena actitud del torero para solventar la papeleta y justificarse.

El cuarto tampoco fue el compañero ideal por su absoluta falta de raza, moviéndose de aquí para allá con tremenda sosería y sin rematar los viajes. López Chaves volvió a buscarle las vueltas con mucho tesón, pero fue imposible calentar a unos tendidos que hasta le llegaron a invitar a que desistiera del empeño.

A Colombo se le notó que no anda muy puesto en este tipo de encaste. Es verdad que su primero fue un toro que apenas se prestó, muy a la defensiva y sin emplearse, pero a él se le vio también sin acople en una labor perfilera y de muy poco contenido, y el que hubo, por decir algo, fue el vibrante tercio de banderillas que protagonizó. Nada más.

En el sexto volvió a mostrar muchas ganas el joven venezolano, pero nuevamente se encontró con un ejemplar muy soso y con la cara natural al que realizó una faena en la que hubo muchos pases y muy poco poso.