La temporada del 2005, siendo mucho el bagaje taurino que le ha dejado por la intensidad y cantidad de los compromisos que ha asumido, le ha reportado a Julio Benítez El Cordobés , sobre todo, una experiencia vital de muchos y variados matices. Tanto es así que, al hacer balance de la campaña --buena pero quizás insuficiente en razón a las esperanzas creadas y al buen diseño de la misma--, el novillero ya mira al futuro haciendo más hincapié en la necesidad de corregir su mentalidad que en cambiar los conceptos taurinos.

"He vivido desde lo más dulce a lo más amargo y eso me ha servido de experiencia, hasta el punto de que ya me planteo el 2006 de otra forma", asegura quien ha cumplido su primera temporada completa con caballos a saltos --según su propio dibujo-- entre los triunfos y los percances, las felicitaciones y las presiones, las adulaciones y las incomprensiones. Y eso, para quien ha pasado la frontera de los 19 años de edad vestido de luces, enfrentándose al toro en el ruedo y sometiéndose al examen casi diario de público y crítica, es difícil de asimilar --a pesar también de que al hablar con el pequeño de los Benítez se percibe un hombre de atributos bien puestos--.

ESPADA Y LESIONES "Al principio del año todo salió perfecto triunfos en Los Barrios, Castellón y Nimes, pero por unas cosas u otras..." su estrella se fue difuminando, reconoce. E intentando buscar una explicación a que el globo se desinflara, añade: "Me acomplejé con la espada, no la veía y no salía seguro. Luego los golpes de la clavícula, la mano... Quizás por mi juventud, porque llegar de golpe y porrazo y solucionar es complicado... Pero todo esto te enseña. A lo mejor en caliente no lo ves, pero ahora ya en el retiro invernal del torero sí, y piensas que tienes que ir de otra forma. Por eso hago un balance bueno; una experiencia extraordinaria".

Pero en esa línea de análisis más personal que profesional que hace el propio torero, cabe preguntarse si ha disfrutado en el ruedo, algo que él mismo manifestó allá por mayo como clave para divertir al público. Y la respuesta no deja lugar a dudas: "He disfrutado, pero ha habido momentos en los que lo he pasado muy mal, sobre todo a final de temporada, cuando no me salían las cosas. Tenía que haberme olvidado y haber salido a disfrutar --se reprocha--. No tienes que comerte la cabeza con las cosas que no salen bien. Cada tarde es otra historia. Pero, insisto, es ahora fríamente cuando ves lo errores que has cometido".

Entre ellos, o mejor, entre las tardes que más le afectaron anímicamente, la de mayo en Córdoba, un festejo en el que se habló de decepción. "Córdoba me afectó mucho. Llegaba con mucha ilusión, con muchas ganas, pero quizás los nervios me traicionaron, y tampoco los novillos... Entre dos figurones Rincón y Ponce, en tu tierra, con mi nombre..., se me hizo todo una pelota. Y me afectó porque me gusta hacer las cosas bien, y si no salen se me hace un mundo. Es mi forma de ser. Por eso deseo volver pronto a Córdoba, a mi tierra, porque no me han visto aquí".

¿No será que le vino todo muy rápido taurinamente, con muchas plazas y compromisos importantes? "Pues uno no sabe --contesta--. A lo mejor si vas haciéndote más lento... Pero hay que arriesgar, aunque así el triunfo pueda ser doble o el petardo doble. Pero ya sé lo que es eso y el año que viene saldré con otra mentalidad", insiste.

¿En qué va a consistir ese cambio de chip? "En tomarme las cosas de otra forma --ataja--. Al final de temporada no veía las cosas, estaba bloqueado. Es un error; hay que hacer borrón y cuenta nueva. Me ha perjudicado no quitarme esa bola. Ahora en invierno me voy a limpiar para volver con otra ilusión, pero me refiero al plano personal, que no al concepto taurino, porque el que tengo es el mío y voy a seguir teniéndolo", matiza para dejar claro que en el global de la temporada le ha pesado más la falta de mentalización que de preparación taurina.

2006, UN AÑO DE CAMBIOS Es más, al preguntarle por cómo se planteará la próxima temporada --"un año de cambios", asegura-- no deja, al fin, lugar a dudas sobre cuál es su principal preocupación. "Ahora estoy entrenando, haciendo campo, buscando cambios míos personales, mentales. La temporada próxima ya se planteará. Ojalá llegue bien anímicamente y triunfe. No me preocupa tener más o menos responsabilidad; ésta siempre existe si tienes amor propio y eres de raza".

Una nueva etapa en la que, después de dejar la casa Lozano --"me han hecho muy bien las cosas, pero ha llegado el momento de afrontarlas de otra forma", comenta--, será su padre, Manuel Benítez, quien le ayude. Pero "él lo ha hecho todo en el toro y no tiene necesidad de estar en esto. Lo lógico es que sea algo intermedio mientras sale un apoderado", confiesa quien quiere volar por sí mismo.