Operación Contesa

La Policía identifica criminales de 23 nacionalidades en el tráfico de drogas por la AP7

Al frente de la Operación Contesa había una empresaria canaria del transporte

Tráfico intenso en la AP7 en abril de 2023.

Tráfico intenso en la AP7 en abril de 2023. / MANU MITRU

Juan José Fernández

Hay un detalle que está haciendo compleja la instrucción de la Operación Contesa, golpe reciente y decisivo de la Policía Nacional al tráfico de drogas por carretera, que trascendió a comienzos de este mes. Además de por su coordinación internacional con Europol, o por sus diez registros en Canarias, la península y Holanda, o por la detención de 23 gángsteres en Málaga, Granada, Murcia, Noruega, Irlanda y Países Bajos… es porque concurren entre los arrestados personas de 18 nacionalidades, según fuentes policiales relacionadas con la operación.

Balizas, móviles encriptados, caletas y albaranes falsos son algunas de las herramientas del negocio

Está representada en esta captura la mayor parte del elenco multinacional que las Fuerzas de Seguridad tienen identificado en el transporte clandestino de droga por la AP7. Según lo visto desde la pandemia para acá, cooperan o compiten en el negocio 23 orígenes principales: españoles, portugueses, franceses, británicos, irlandeses, alemanes, holandeses, italianos, belgas, lituanos, letones, suecos, chinos, malayos, filipinos, marroquís, argelinos, turcos, polacos, búlgaros, rumanos, bosnios y kosovares.

"Los narcos utilizan a críos de barriada dispuestos a pasarse 20 horas sin dormir conduciendo como kamikazes por entre 3.000 y 6.000 euros"

El olor del dinero despierta el interés internacional. Tanto dinero que a veces les resulta complicado ocultarlo a los transportistas capaces de poner en Dublín un kilo de cocaína que valdrá en Irlanda 35.000 euros, o un kilo de marihuana en cogollos que, ya transportado y empaquetado, se paga en el mismo país a 10.000 (este verano vale en España 1.600).

Al frente de la organización criminal desarticulada por la Policía en la Operación Contesa había una mujer. Es una empresaria canaria del transporte y la mensajería. Tenía sede en Tenerife. Y en su casa guardaba sin demasiado disimulo una maleta con su dinero de mano, un monedero de 430.000 euros.

Críos kamikazes

No hay cifra oficial de incidencia del tráfico de drogas por las autovías y autopistas del Mediterráneo español, pero sí tiene una apreciación personal un mando de la lucha antinarco en la Costa del Sol: “El tráfico en la AP7 es impresionante. Es la mayor vía europea del transporte de hachís, marihuana y cocaína hacia el norte de Europa”.

Habla desde Málaga, uno de los puntos de inicio de un itinerario de más de 1.000 kilómetros hasta La Jonquera, primero por la costera A7 de Andalucía oriental, y después por la AP7 de Murcia, Alicante, Valencia, Castellón y Catalunña.

Las entregas no se hacen en mano: se dejan en un vehículo aparcado en un punto acordado

En menos de 10 horas puede hacer el trayecto el coche de alta gama de un envío go-fast gobernado desde algún suburbio francés u holandés. En 18 horas lo hará un tráiler que lleve la mercancía camuflada entre su carga legal. Conviven ambos tipos de transporte en la AP7, más usados por unos u otros traficantes según su nacionalidad. “El go-fast es la especialidad de los franceses. Utilizan a críos de barriada dispuestos a pasarse 20 horas sin dormir conduciendo como kamikazes por entre 3.000 y 6.000 euros”, dice la misma fuente.

Los envíos en camión son preferidos por las mafias del Este europeo y del Báltico, y serán polacos, búlgaros y rumanos los chóferes más habituales.

Está visto tanto en Cataluña por los Mossos como en el resto del recorrido por Policía y Guardia Civil que los jefes de los convoyes residen no lejos de la gran narcovía, en chalés de la Costa del Sol, de la Costa Blanca, de la Costa Dorada, de la Costa Brava... pero la Operación Contesa acredita que no siempre es así. La última gran red del transporte de droga por carretera tenía su cabeza en Santa Cruz de Tenerife.

Cuestión de confianza

La empresaria que estaba al frente de esta red internacional era una veterana de la mensajería y los fletes, un negocio clave en un territorio, Canarias, donde casi todo llega por mar.

Por sus años en el sector tenía la confianza de numerosas empresas de las islas y de otras grandes firmas convencionales de la mensajería, a las que, según las primeras averiguaciones de la Policía, habría estado engañando.

En el centro del entramado están los palés: embalajes de 300 kilos de alguna mercancía que dentro pueden llevar escondidos 50 kilos de droga. También los paquetes: parecida cantidad, pero enviada por mensajero bajo otra apariencia.

Para amañar el envío, otro elemento esencial: los albaranes. Los investigadores de Contesa estudian ahora gran cantidad de estos documentos, unos falsos y otros falsificados, con logotipos y sellos imitados, con que la red camuflaba sus fletes.

Droga tapada con poliuretano, de la que enviaba la red desarticulada por la Policía en la Operación Contesa.

Droga tapada con poliuretano, de la que enviaba la red desarticulada por la Policía en la Operación Contesa. / CNP

Esta mafia del transporte había probado a esconder la droga entre lechugas y patatas fritas. “Primero se envían cinco kilos, a ver qué pasa… Si funciona, se sube la cantidad”, relata la fuente policial.

Y una vez embalado, a la narcovía, allí donde “el muchísimo tráfico rodado es la mejor forma de pasar desapercibido”, explica, y subraya una queja común en distintos cuerpos de las Fuerzas de Seguridad: “La supresión de los peajes está dificultando mucho el control policial”.

Balizas y móviles cifrados

Otras herramientas hacen su aparición en el oficio. El poliuretano, por ejemplo, que le ha pillado la Policía a la banda de la canaria. Sus peones lo usan para envolver la droga.

Diversos momentos de la operación Contesa de la Policía Nacional contra el tráfico de drogas por carretera

Diversos momentos de la operación Contesa de la Policía Nacional contra el tráfico de drogas por carretera

Vuelven a emerger también las balizas y los sistemas de encriptación. Desde que los narcos usan localizadores GPS -los más sofisticados, sin SIM convencional- para rastrear el camino de su droga, han cambiado las reglas del negocio porque sube en cotización el recelo. Una baliza magnética o adhesiva, que llaman “lapa”, colocada por un narco rival en los bajos de un coche de transporte delatará la posición, el trayecto… y también el lugar de descarga, con lo que queda al descubierto uno de los secretos mejor guardados por los clanes: la localización de sus almacenes o “guarderías”.

Por eso hoy la entrega de la mercancía no se hace en mano. No hay contacto. El mensajero llega con el coche y lo deja aparcado en un punto acordado. Avisa de su llegada y se va. La organización cliente pasará a recogerlo para transbordar en otro lugar la mercancía, y ésta viajará ya en otro vehículo para ser guardada. Antes de llegar, se le pasará una “raqueta”, un detector de balizas. Se venden en internet por 10.000 euros.

Para asegurar además el envío contra la vigilancia policial o de bandas rivales, el narco recurre a la encriptación. La mafia desarticulada en la Operación Contesa se había gastado 200.000 euros en un servidor que cifraba las comunicaciones y en 80 móviles tuneados en los que alternaban 150 tarjetas SIM. El sistema es iraní. Lo manejaba un ingeniero. A sus 23 años, de todos los empleados de la banda era el de más alto nivel de vida.

Ingenieros informáticos y caleteros son dos de los oficios más valorados en la narcovía

Pero la encriptación queda para los capos. “En la AP7 les basta a los chóferes un Nokia viejo de usar y tirar”, describen fuentes policiales. En Andalucía funciona un chat de Whatsapp de miembros del gremio. Como antiguamente con las las luces largas, se avisan unos a otros, incluso entre bandas distintas y aunque no estén trabajando, si ven algún control policial en carretera.

El contagio

Los ingenieros informáticos son una nueva profesión en la narcovía, muy por encima en el escalafón de otro oficio que también auspicia el crimen organizado: los caleteros.

Caletas en un coche interceptado en Almería en 2013. Llevaba 160 kilos de hachís.

Caletas en un coche interceptado en Almería en 2013. Llevaba 160 kilos de hachís. / EFE

Son mecánicos especializados en hacer “caletas”, acondicionar vehículos para meter la droga en escondrijos. A menudo son profesionales que trabajan en talleres de pueblo, cerca de los puntos de almacenaje de la droga. Su implicación en el narcotráfico es síntoma de la ósmosis que la economía mafiosa hace con la economía local.

El contagio evoluciona bajo el poderoso influjo del dinero fácil. Lituanos y polacos lideran el envío de marihuana; holandeses e ingleses mandan en los coches de la coca y marroquís y franceses dominan los fletes de hachís, pero hay pequeños inversores españoles que se lanzan a la aventura tras contactar con las mafias.

Una parte de la droga que sube desde Algeciras hacia La Jonquera buscando el norte de Europa va en pequeños envíos de marihuana, con la que se inician los novatos, un mecánico caletero, un chófer... Si les pillan el alijo, el coste no es tanto y la condena tampoco: tres años. Lo explica el mando policial: “En realidad es una inversión. Con esos envíos van buscando reunir ganancias para, en cuanto tengan bastante dinero, asociarse o probar con uno más ambicioso, con cocaína...”