Con datos cerrados del 2017 al haberse contabilizado los heridos que murieron en los 30 días siguientes al accidente, el año pasado terminó con 1.830 muertos, de los que 408 eran motoristas y ciclomotoristas, 351 peatones y 78 ciclistas. Además, de la cifra de fallecidos, 1.321 perdieron la vida en carreteras interurbanas y 509 en ciudad. Durante el año pasado se produjeron 102.233 accidentes con víctimas, en los que además de los 1.830 fallecidos, resultaron heridas 139.162 personas, de las que 9.456 requirieron hospitalización.

Unas cifras que, a juicio de Navarro, merecen una reflexión, toda vez que, pese a los avances, la accidentalidad vial sigue siendo uno de los principales problemas en España. Navarro comparó los datos con 1989, el año que más vidas se perdieron en las carreteras (9.344 o, lo que es lo mismo, 24 cada día), pero también con 2013, un ejercicio que cerró con 1.680, la cifra más baja, es decir 150 menos que en 2017. Porque fue a partir de 2013 cuando empezó a crecer el número de fallecidos. Cuatro años consecutivos de subida «ya es una tendencia» y «se enciende la luz roja de que algo no se está haciendo bien», resaltó Navarro.

De todos modos, España aún se sitúa entre los países con mejores tasas de siniestralidad, con 39 muertos por cada millón de habitantes frente a una media europea de 50. No obstante, España ha descendido algunos puestos y si en 2016 era el quinto país con mejores índices, solo por detrás de Suecia, Reino Unido, Holanda y Dinamarca, hoy ya es la octava después de que la hayan sobrepasado Irlanda, Estonia y Alemania. Andalucía es la comunidad que registró mayor número de víctimas, con 305 fallecidos, dos más que el 2016. Tras estos datos, el responsable de la DGT no quiere en modo alguno buscar culpables, sino soluciones.