La Organización Mundial de la Salud (OMS) se defendió ayer ante el Consejo de Europa de las acusaciones de haber exagerado la gravedad de la gripe A influenciada por la industria farmacéutica, pero sus respuestas evasivas y poco concretas no resultaron muy convincentes. La comisión de salud y asuntos sociales del consejo, que agrupa a los países democráticos del continente, elaborará un informe sobre cómo se ha gestionado la gripe A y sus vacunas.

El consejero especial de la OMS para epidemias, Keiji Fukuda, rechazó las acusaciones de alarmismo infundado. La declaración de pandemia, explicó, se realizó al cumplirse el criterio de expansión de la enfermedad en al menos dos regiones mundiales. Sin embargo, Fukuda reconoció que la declaración oficial de pandemia estuvo motivada por la rapidez de la expansión de la enfermedad, no por su nivel de mortalidad, que no se conocerá hasta dentro de dos años. Fukuda justificó también el comportamiento actual de la OMS con referencias a la gravedad de las históricas epidemias de gripe de 1918, 1957 y 1968.

Esta era la primera crítica que había formulado antes el epidemiólogo alemán Wolfgang Wodarg, que reprochó a la OMS que hubiera eliminado de los criterios de definición de pandemia la mortalidad y que hubiera declarado el estado de pandemia cuando el número de enfermos era muy reducido. Las víctimas mortales de la gripe A en todo el mundo han sido menos de una décima parte de las causadas por la gripe anual, recordó Wodarg.

Fukuda negó también que la OMS se hubiera dejado influenciar por las farmacéuticas, aunque reconoció que los expertos que asesoraron a la organización también colaboraron con la industria farmacéutica, porque "todo el mundo usa a los mismos expertos". Fukuda añadió que la OMS considera que un experto es independiente pese a recibir fondos de la industria para sus investigaciones.