Los inmigrantes que han muerto de camino a Canarias tienen una oportunidad de no caer en el olvido, pues las autoridades y el Instituto de Medicina Legal de Las Palmas conservan muestras de su ADN para que puedan ser identificados si algún día son reclamados por su familia. Estos inmigrantes emprendieron un viaje arriesgado y murieron por la dureza de la travesía, que les hizo sufrir hipotermia y deshidratación hasta fallecer en alta mar o a su llegada a las islas, así como en naufragios ocurridos incluso cerca de la costa.

ALTO RIESGO El riesgo del viaje es tan alto que la población de Barbados se vio sorprendida por la llegada de una patera con más de una decena de cuerpos momificados, pues si la embarcación yerra su ruta y entra en la corriente que llevó a Colón hasta América, nunca podrá parar en Canarias. Salvo que estos inmigrantes viajen con algún familiar que los identifique, en su mayoría son soñadores anónimos que han tenido que ser enterrados bajo una placa que apenas reza la palabra "inmigrante" con un número y la fecha, y sus tumbas no son visitadas porque sus allegados no saben que han muerto.