La Semana Santa de Castro del Río es una manifestación religiosa singular, como así lo recogió la declaración otorgada por la Junta al declararla de Interés Turístico Nacional de Andalucía hace veintiún años, decisión basada en la gran riqueza musico-vocal que conserva, en figuras centenarias que participan en las procesiones actuales, como el penitente de cruz de la hermandad de Jesús Nazareno -en la que todos los integrantes han de ir descalzos, vistiendo túnica morada de sarga, cordón de pita o soga al cuello, portando la mayoría pesadas cruces de madera-, horarios tradicionales de salida, paseíllos de las escoltas romanas, estructuras de las hermandades, incluso la celebración de quinarios, que se adentran hasta el mismo Miércoles Santo, costumbre así mismo tradicional.

Y tradicional es la carrera oficial que recorren las siete procesiones castreñas y la ofrenda floral que el Lunes Santo llevan a cabo las escoltas romanas de las tres hermandades más antiguas de la población a las vírgenes que procesionan durante la Semana Santa y a la patrona, la Virgen de la Salud. Un recorrido también singular que no ha cambiado en cinco centurias, en las que las imágenes y los miembros de las cofradías castreñas han hollado las calles de la villa del Guadajoz.

A caballo de seis siglos, comenzando en el XVI, las procesiones de Pasión y Gloria han girado en torno a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, erigida en el siglo XIII tras la conquista de la población por las huestes de Fernando III el Santo, recorriendo parte del encantador barrio medieval y monumental de la villa, y abrazando esta zona alrededor de los lienzos de murallas que la envuelven, discurriendo entre templos y ermitas en un recorrido sempiterno que abarca seis centurias.

El barrio medieval más importante de Córdoba, y el mejor conservado, así como de Andalucía, ha visto como desde su iglesia parroquial, bajo la advocación de la Asunción, con una importante remodelación que la afectó en el siglo XVI, centuria en la que se construyó su fachada plateresca, vio salir desde ella a las imágenes que procesionaba la Vera Cruz, la hermandad más antigua de la población, fundada antes de 1555, años en los que salió desde la ermita de la Vera Cruz, en la parte baja de la población y cercana al río; a partir de esta fecha, en la que los frailes carmelitas calzados procedentes de Jaén se asentaron en la ermita para fundar el convento del Carmen, se trasladó la hermandad a la parroquia de la Asunción, en lo más alto de la población.

Este templo, uno de los más antiguos de Córdoba, y de los más amplios de la capital y provincia, es sede actual, además de la hermandad simbolizada por la cruz verde, de la popular Borriquita, del Cristo de la Buena Muerte -procesión filial de la Vera Cruz- y del Resucitado. Iglesia que acogió, en los últimos años, a la magnífica representación barroca del Sermón del Paso, una de las más genuinas muestras de la escenificación de la Pasión de Nuestro Señor, al amanecer del Viernes Santo, encarnada en la procesión de la hermandad de la Madrugá.

El coro de capilla: Integrantes del coro en el llano de Jesús. R.B.

Desde la parroquial de la Asunción, más de la mitad de las hermandades de Pasión castreñas se desparraman, desde el llano de la Iglesia hasta el llano de San Rafael, el, hasta hace algunas décadas, único triunfo del Arcángel existente fuera de la capital, erigido en 1762 y que actualmente conserva restos de la policromía que lo iluminó y que debió causar impresión a todas las personas que entraran a la población por la puerta de Martos, que en cuesta empinada llega hasta el llano rafaeliano. El paso por el empedrado llano dedicado al arcángel reúne un gran número de saeteros que interpretan, sobre todo, las saetas singulares de Castro del Río, el pregón y la samaritana.

Tras descender la cuesta adoquinada y girando noventa grados, amparados por San Rafael, se adentra en la calle Ancha, donde se ubicaba el templo conventual de Jesús y María de Scala Coeli, de dominicas descalzas, destruido de manera artera un 25 de abril de 1979 (fiesta local por la celebración de San Marcos, cuando la población sale al campo a celebrar el levantamiento del asedio por parte de Muhammad IV) para construir varias viviendas unifamiliares sin ningún interés arquitectónico y, mucho menos, una mínima reminiscencia artística, conservándose en la actualidad, gracias a la intervención del Gobierno Civil, la torre campanario del monumental edificio, convento que, aunque desaparecido, conserva tradiciones fundamentales en la Semana Santa castreña, referente a la hermandad de Jesús Nazareno, la Madrugá, como el recordatorio de la tercera caída de Jesús, en tono recio de pregones, con tres saetas distintas para la caída.

Seguidamente vigila el paso de imágenes, penitentes y romanos, en el llano de Jesús, el majestoso y sobrio templo de Jesús Nazareno, antigua ermita de San Benito, una magnífica iglesia barroca con un destacado retablo realizado por el prestigioso maestro sevillano Gaspar Lorenzo de los Cobo, finalizado en 1733. Un singular templo erigido completamente por la hermandad de Jesús Nazareno, costeando por la misma el impresionante retablo, así como el dorado, y donado posteriormente a la congregación de Jesús Nazareno del padre Cristóbal de Santa Catalina. Una hermandad, la Madrugá, que siente el orgullo de haber construido una iglesia sobresaliente para su titular. En esta iglesia destacan, además de su retablo, la magnífica decoración de la cúpula sobre el transepto y las singulares pinturas del camarín del Nazareno.

Saetas en la ‘madrugá’

Calle Alta hacia delante, los saeteros se congregan sin apenas público, en la madrugada del Viernes Santo, para cantar al Nazareno y a la Virgen del Mayor Dolor, llegando los penitentes a la antigua ermita de Madre de Dios, hoy convertida en iglesia. Este templo pequeño, construido a principios del siglo XV, tiene un plano arquitectónico singular, que lo hacen aún más atractivo. En el llanete de Madre de Dios se reúnen, así mismo, numerosos saeteros para dirigir sus cantos a la hermandad de Jesús en medio de la madrugada. En este punto el recorrido de las procesiones abandona la protección de los lienzos amurallados para encaminarse por la calle Caridad, donde se ubicaba el hospital del mismo nombre, una calle en cuesta, sinuosa y estrecha, de una gran belleza, hasta llegar al llano del Convento, donde se alzó, tras asentarse la comunidad carmelita en 1555 en la antigua ermita de la Vera Cruz, el convento del Carmen, cuyas obras se iniciaron en 1569.

De la iglesia del antiguo convento sale la segunda hermandad pasionista fundada en Castro del Río, en 1574, la antigua de la Soledad, la actual del Santo Entierro. Se trata de un templo de grandes y equilibradas proporciones. En este llano los pregoneros de Jesús Nazareno, la Madrugá, interpretan con sus saetas la primera caída del Nazareno. Desde el llano del Convento las procesiones castreñas enfilan la ancha e inclinada calle Corredera, pasando los penitentes de las diferentes hermandades, a mitad de la calle, por la antigua ermita de Nuestra Señora del Puerto y alcanzar la Plaza, donde el esfuerzo de la cuesta se dulcifica por un momento hasta encarar la cuesta del Santo Cristo, llamada así por encontrarse a la altura del arco que caracteriza esta singular entrada al barrio medieval de la Villa la ermita del Cristo de la Victoria, en recuerdo de la liberación de Castro del Río tras el asedio de Muhammad IV.

A mitad de la cuesta, y sobre un nivel elevado en la plaza, se encuentra el Ayuntamiento, a espaldas de la muralla, construido a mitad del siglo XVI, donde se ubicaba la cárcel. Aquí tenía lugar la representación de la segunda caída del Nazareno, en la madrugada, liberándose, antaño, un preso. Continuando la cuesta se llega a la iglesia de San Acisclo y Santa Victoria, perteneciente al colegio de esta denominación, que realizó una gran labor educativa en la población, levantada a finales del siglo XVIII. El pequeño y gracioso templo se encuentra en la actualidad desacralizado y alberga el museo del artista castreño Antonio Villatoro.

Domingo de Resurrección: Hermanos del Resucitado, en el llano del convento. R.B.

A partir de aquí, las procesiones transcurren por el laberinto de calles estrechas y sinuosas de la zona medieval del pueblo, hasta desembocar en el llano de la Iglesia, cuyo empedrado martiriza a los penitentes descalzos de la Madrugá. Precisamente en este llano o plaza se celebra uno de los actos más importantes y singulares de la Semana Santa castreña, el barroco Sermón del Paso, con el cruce de lanzas y el encuentro del Nazareno con la Virgen del Mayor Dolor.

Este recorrido centenario tiene algunas particularidades, todas ellas en el pasado siglo XX. La hermandad del Cristo de la Buena Muerte, con estatutos aprobados en 1954 y como modelo la cofradía de Ánimas de la capital, fundada en 1949, realizaba su procesión a las afueras de la población, pasando por la ermita de la Virgen de la Salud, hasta llegar a la del Calvario. A partir de 1959 cambió su itinerario, sustituyendo la subida al Calvario por la del cementerio, para rezar por las almas de los difuntos. Y hace unas décadas incluye un homenaje a la madre Isabel, de la congregación de Jesús Nazareno del Padre Cristóbal de Santa Catalina, en la plaza que lleva el nombre de esta hermana hospitalaria.

Otra alteración al recorrido tradicional es la que lleva a cabo la hermandad del Cristo de la Salud, fundada en 1996, con sede en la ermita de la Virgen de la Salud, patrona de Castro del Río, realizando un trayecto atípico, desde la antigua ermita de San Roque, hasta la parroquial de la Asunción, adentrándose en la carrera tradicional solo en un pequeño tramo, la calle Ancha, cuesta de Martos, llano de San Rafael, calle Iglesia, llano de la Iglesia y parroquia, para regresar a su lugar de origen por idéntico recorrido.

Un nuevo atractivo al recorrido tradicional supone la presencia de las catorce estaciones del Vía Crucis o de la Vía Sacra, como en Castro se denomina, al igual que otras de las saetas singulares, que se interpretan el primer Viernes de Cuaresma, procesión que, partiendo de la iglesia de Jesús Nazareno, llenan el recorrido con destacados y artísticos azulejos de la Casa Ramos Rejano, de Sevilla, la más prestigiosa fábrica de artesanía de cerámica del pasado siglo XX, adquiridos en 1939 por la hermandad de Jesús Nazareno.

Las saetas de la Vía Sacra también se interpretan el Martes Santo en la procesión del Cristo de la Salud. Un recorrido a caballo entre seis siglos que muestra, además de unas singularidades históricas y culturales suficientemente atractivas, unos monumentos destacados, unas tradiciones sobresalientes, toda la riqueza de un barrio monumental, como el de la Villa, y unas edificaciones religiosas, civiles y militares en un entorno único. No en vano, la Semana Santa de Castro del Río fue declarada de Interés Turístico Nacional de Andalucía hace veintiún años.

Sermón del Paso en el llano de la Iglesia. R.B.