La Semana Santa, que como cada año culmina hoy con la procesión del Resucitado, será de esas que pasarán a la historia como de las más nefastas.

Si hubiera que reseñar lo mejor de la Semana Santa, esto sería la prudencia en general de las hermandades a la hora de tomar la decisión de ponerse en la calle o suspender.

En el apartado patrimonial destacan obras como los candelabros de cola de la Virgen de la Candelaria, todo un acierto, que encajan perfectamente en el palio de esta dolorosa.

No menos destacable son las imágenes realizadas por Francisco Romero Zafra para el paso de la Coronación de Espinas cargadas de virtuosismo técnico, lástima que el público no las haya podido ver de cerca, o la nueva túnica de Nuestro Padre Jesús de la Humildad y Paciencia, bordada en oro sobre terciopelo color berenjena por talleres Salteras (Sevilla).

En este breve repaso por esta atípica Semana Santa no podemos dejar atrás el exorno de nuestras dolorosas, un capítulo en el que, como en los últimos años, han primado los tocados de calidad puestos de manera excepcional por Antonio Villar a la Virgen de Gracia y Amparo, Rocío y Lágrimas o el tocado de la Virgen de las Angustias, vestida por Manuel Jiménez, sin olvidar el sencillo pero elegante tul de la Virgen del Mayor Dolor, cofradía del Calvario, dispuesto por Francisco Mira.

Pese a todo, aún hay algunas hermandades que deberían asesorarse o intentar buscar más calidad en los tocados y su forma de interpretarlos, sobre todo en cofradías más preocupadas de la estética del palio olvidando a veces a la principal protagonista, la Virgen.

En cuanto al exorno floral, de nuevo las rosas han ganado presencia en pasos como el de la Reina de los Mártires, la Virgen de las Lágrimas o la Virgen de los Dolores. Si bien, ha habido diversos exornos que han levantado más de un elogio, no sólo por el montaje, sino por lo apropiado para la cofradía, entre estos está el de la Virgen del Rocío y Lágrimas o el de la Virgen de la Esperanza. Destacar asimismo el cambio a iris morado del paso de Jesús del Calvario o el monte de iris morado de las Angustias, quizás algo profuso, pero muy apropiado.

En lo negativo hay que señalar el pésimo comportamiento de una parte del público y algunas decisiones imprudentes.