Diario Córdoba

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CARTA ILUSTRADA

Calidad humana

Rafael Escribano, en un acto de homenaje recibido en 2019. CÓRDOBA

Córdoba

Es todo un atrevimiento escribir sobre alguien al que no se ha conocido personalmente. Sin embargo, haber presenciado la despedida que le fue ofrecida tras su fallecimiento el pasado 8 de noviembre, me anima a vencer cualquier recelo. Me refiero a don Rafael Escribano Molina. La relevancia de su persona en nuestra querida Córdoba, especialmente por su papel en el mundo del fútbol, ha sido manifiestamente reconocida por la prensa local: «Luto en el fútbol cordobés», «... deja un legado indestructible», etc. Pero ha habido algo que al leerlo me ha llegado al corazón: «...no quedará en el olvido su enorme calidad humana».

Hay imágenes que hablan más que mil palabras: ver a hombres maduros llorar como niños por la muerte del que un día fue su mentor, su guía, el padre que quizás algunos no tuvieron. Y ello, con independencia del devenir de sus carreras deportivas. Algo les dejó Rafael, que verle marchar físicamente les parte el corazón. También escuchar el mensaje de uno de ellos, enviado desde la distancia --más de 7.000 kms le separan de nuestra ciudad--, pero cercano y cálido, desbordante de agradecimiento por lo aprendido y recibido de él.

Pero junto con esa prole deportiva que portaba su féretro a la entrada y salida del templo el día de su funeral, orgullosa de haber sido parte muy importante en la vida de este hombre, sus tres hijos, Blanca, Fale y José despedían a su padre. Y con ellos, su esposa y madre, Blanca Fernández de Córdoba. Tengo la inmensa fortuna de ser amigo de uno de ellos, Fale. Es por eso que me resulta tremendamente fácil confirmar que la enorme calidad humana de Rafael Escribano no quedará en el olvido. «Por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,16): lealtad, generosidad, espíritu de servicio, alegría, valentía, honestidad... No tengo la menor duda que Blanca y José replican lo que yo reconozco en su hermano Fale. De igual forma su única nieta: Blanca. Su generosidad y valentía fue patente al aceptar la invitación para leer, a pesar de la emoción del momento, la Lectura durante el funeral de su abuelo. Y cómo no: junto --que no detrás ni delante-- a un gran hombre siempre hay una gran mujer. Desde pequeño en el colegio recuerdo de ella su belleza que los años no han podido arrebatar. Me impactó sobre manera su fortaleza durante el sepelio en el cementerio de la Salud: firme, apoyada sobre el hombro de José y alentada por la cercanía y las muestras de cariño de su hija y nieta, Blanca observaba al detalle todo lo que acontecía, sin renunciar a permanecer de pie prácticamente hasta el último momento.

La vida está llena de gestos que nos hablan de la hondura de las personas que los protagonizan, de la calidad humana que todos desearíamos alcanzar. Fale me compartía que le hubiera gustado agradecer en nombre de la familia las muestras de afecto y cariño recibidas de tantos familiares, amigos y conocidos. Yo creo que somos nosotros los que estamos inmensamente agradecidos por conocer a esta estirpe tan auténtica, que ha tenido a don Rafel Escribano Molina como cabeza de familia y referente de lo que es la calidad humana. Descanse en paz.

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