Cuando un padre se va, el dolor que queda a sus seres queridos es inmenso, y no parece tener consuelo.
Nuestro padre, Antonio, falleció el martes pasado en la habitación 216 del Hospital de San Juan de Dios de Córdoba. Han sido meses de lucha y una última semana muy dura.
Pero si hay algo que puede aliviarnos el dolor es pensar en el enorme privilegio que hemos tenido al poder cuidarlo todos y cada uno de los minutos que ha estado ingresado esta última semana en el hospital. Y tener la oportunidad de despedirlo y pasar con él sus últimos momentos.
Esta nota es un agradecimiento a todo el personal de la planta segunda, enfermeras, auxiliares, celadores, personal de limpieza, médico de guardia, padre Manoj y en especial a la doctora Nieves Delgado, su ángel de la guarda.
Por los cuidados y el enorme respeto y cariño que le han proporcionado, y sobre todo por permitirnos estar a su lado en todo momento, día y noche, a pesar de las circunstancias difíciles que estamos viviendo.
Hablo como hija y como personal sanitario en un hospital de otra comunidad. Y siento un poco de envidia de este comportamiento ejemplar y lleno de humanidad.
Rogamos que nuestro agradecimiento se haga extensivo a cada uno de los profesionales que lo han hecho posible.
Gracias de nuevo.