Opinión | SEDIMENTOS

Desesperante espera

Verdad incuestionable: solo somos conscientes de lo que tenemos cuando lo perdemos. Así, nuestra vida cotidiana oscila en torno a algo tan absolutamente fundamental para la vida como es el agua, pero tan solo advertimos su carencia cuando abrimos un grifo y... constatamos con estupor que no mana ni una triste gota solitaria. Entonces nos invade el desasosiego, a pesar de una razonable convicción sobre la inminente reanudación del suministro. Pero si lo que está en juego es la salud, tal desazón deviene angustia y eso es exactamente, ansiedad y pesadumbre, lo que provocan las listas de espera quirúrgica. El paciente vigila con desesperación el transcurso de los días, sin tener noticias ni siquiera aproximadas del plazo previsto para su intervención, en tanto que evalúa sus síntomas inquieto ante la menor señal de empeoramiento. De llegar el caso, considerará la opción de acudir a Urgencias, alternativa molesta e inoportuna en casos de talante hipocondríaco; peligrosa si, por el contrario, se tiende a ignorar cualquier insidioso signo de complicación, a veces notablemente enmascarado.

Los gestores sanitarios de turno no dudan en asegurar cuando tienen oportunidad para ello que dedicarán cuantos recursos y esfuerzos sean precisos para subsanar un problema ya endémico y con escasos visos de solución. Por desgracia, no se vislumbra ninguna reducción efectiva e inmediata de la dilatada demora para cualquier cirugía, pues no parece ser tanto una cuestión de recursos disponibles y quirófanos, sino de carencia de facultativos que, además, en muchas ocasiones terminan por dirigirse hacia destinos allende nuestras fronteras con mayor reconocimiento y remuneración. Siendo el agua imprescindible para la vida, la salud persiste como pilar prioritario del bienestar, pero, hoy por hoy, no se avista ningún grifo milagroso.

 ** Escritora

Suscríbete para seguir leyendo

TEMAS