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entre líneas

Juan M. Niza *

Inteligencia artificial, que no emocional

En cualquier familia conviven varias generaciones marcadas por la rápida evolución de la tecnología

No es un servidor el que tiene que decir qué ni con qué medios tiene que hacerse valer cada colectivo ciudadano en sus reivindicaciones. Cada uno es cada cual y cada asociación, un país soberano en sí mismo. Lo que sí me ha llamado la atención es que en apenas unos días me han llegado dos iniciativas desde el movimiento ciudadano que, además de decir mucho de por dónde se mueven los colectivos, sobre todo hablan de las nuevas amenazas a la sociedad.

El primer referente fue ese acuerdo de la asamblea de la Federación de Asociaciones Vecinales Al-Zahara para realizar este año, entre otros importantes ciclos, una iniciativa reivindicativa, divulgativa e informativa sobre la calidad de vida de nuestros mayores para buscar soluciones no solo sanitarias o habitacionales (adaptando viviendas o creando modelos nuevos), sino también emocionales. La segunda nota para reflexionar fue conocer los contenidos del tercer Ciclo sobre Gestión Emocional, avalado por dos ediciones anteriores en donde las peticiones para participar duplicaron el aforo, que desarrollará también este año el Centro Cívico Poniente Sur con el consejo de distrito desde el próximo 14 de marzo, con la conferencia ‘Conocerme para saber tratarme’, de la psicóloga y sexóloga Marina Cobacho Alcaide. Hay cuatro citas hasta el 11 de mayo, a cual más llamativa y sobre todo útil, que en esto de las emociones pocos se pueden confesar felices y toda ayuda es poca. Se trata de otro ejemplo de cómo desde colectivos que antes miraban solo a problemas de equipamientos, después de servicios públicos y derechos socioeconómicos en los barrios ahora dan un paso más allá, en un momento en el que al menos en teoría y con cifras objetivas puede decirse que el vecino vive mejor, pero ni mucho menos es más feliz.

De este ciclo del centro cívico Poniente Sur, un servidor intentará sobre todo no perderse la exposición ‘Saber educar y amar hoy: pautas para cultivar la autoestima en la infancia y la adolescencia’, especialmente después de haber tenido la oportunidad de escuchar al protagonista: el doctor en pedagogía, profesor y asesor educativo Fernando Alberca de Castro. Un monstruo, oigan. El experto ya adelanta que en la familia de cualquier hijo de vecino conviven al menos dos o tres generaciones, que no están marcadas por la edad o los hechos históricos, sino por la rápida evolución de la tecnología con la que se criaron. Comprenderlo es la base para familias en donde todos se quieren, pero nadie entiende a nadie ni nadie se quiere a sí mismo. Un aviso para navegantes, incluidos los jóvenes marineros de internet. Y es que los ‘millennials’, nacidos desde 1982 a 1994, los que llamaron ‘nativos digitales’ y que crecieron entre pantallas, ya son ‘fósiles del teclado’ frente a la ‘generación Z’ (de 1997 a 2012), que mamaron en las redes sociales. Y éstos, a su vez, han envejecido frente a precoces adolescentes que ya buscan referentes intelectuales, y lo peor, también una guía emocional en la Inteligencia Artificial (AI, en sus siglas en inglés). Siri, Alexa, asistente Google, chatGPT... «Es increíble ver en estudios cómo se le cambia la cara a un adolescente conforme la AI dice que le importa, que no está solo, que le quiere... cuando a la AI no le importa en absoluto porque no es una persona, solo dice lo que se quiere escuchar», advierte Fernando Alberca. «El número de suicidios en menores de cierta edad se ha disparado por 27», recuerda el profesor, para recalcar la necesidad de educación emocional. Y no se me ocurre otro síntoma de un mal y una amenaza tan tremenda tanto en el pequeñito ámbito de un barrio como para todo un país y una sociedad.

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