Diario Córdoba

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ENTRE LÍNEAS

Juan M. Niza *

‘Atocinamiento’

Si hubiera una conspiración global, que no lo descarto, seguro que esa es la de mantenernos ‘atocinados’. Porque andamos ‘atocinados’ hasta cuando queremos rebelarnos. No en el sentido que admite la Real Academia Española de «partir el cerdo en canal, hacer los tocinos y salarlos» o «matar a alguien alevosamente», sino en el que reconoce el ‘Diccionario Espasa’ de «gordo, grueso, rollizo, obeso, cebón, barrigón y gordinflón», que en cierta forma nos habla de esa ‘obesidad informativa’, de esa consecuencia de cómo las nuevas tecnologías han cambiado la forma en la que nos relacionamos con la información, asumiendo una carga desproporcionada de datos y reflexiones en relación a nuestras necesidades. Una dieta de información en la que todo lo que consumimos, como los alimentos, no es de la misma calidad. Lo mismo capta nuestra atención noticias falsas rebosantes de grasa y colesterol que obviamos las informaciones realmente importantes y saludables.

Pero sobre todo estamos ‘atocinados’ en los otros sentidos que le da el citado diccionario: «Embrutecidos, atontados, aturdidos» y «embotados». Y es que junto a la cantidad y mala calidad de información, en las 24 horas del día no nos da tiempo a indignarnos. O mejor dicho, el día nos mantiene ‘dispersamente’ cabreados hasta quedar inmovilizados.

Hay quien atribuye a aquel alegato de Stéphane Hessel, ‘Indignaos’ (2011) el nacimiento del movimiento 15-M. Pero algo más de una década después es imposible rebelarse tanto y contra tantas cosas. En los años 70, en los 80, en los 90... por entonces había temas (muchas veces los mismos de ahora) que tras cabrear a la gente les llevaba a actuar con contundencia, en los círculos de amigos, en la Facultad, en la calle, ante las instituciones...

Y bueno, ahora también. Pero es muchísimo más difícil centrarse. Si tras ser acojonado con una nueva evidencia del calentamiento global a la media hora te llega un vídeo viral sobre el asalto de unos niñatos a una casa del Casco Histórico de Córdoba, y en cuestión de minutos encuentras un meme de una descelebrada novatada machista, la información sobre a cómo está el precio de la electricidad hoy, una magnífica campaña con la que me da ganas de cortarme un mechón de pelo en solidaridad con las mujeres iraníes si no estuviera medio calvo, una imagen de animales muertos tras ser maltratados en una finca cordobesa, una fake new para avisarte que vienen las hordas marxistas (o el fascismo más duro, hay para todos los gustos), una nueva agresión escolar que rompe el corazón, otras noticias que exageran un problema social (o no) para arrimar el ascua a una ideología y poco más tarde una nueva agresión micromachista y un cabreado mensaje sobre el mal funcionamiento del reloj de Las Tendillas... Ya me dirán. Si todo eso lo combinan con los telediarios... ¡Apaga y vámonos! Porque cuando quedo a oscuras para dormir, me he dado cuenta de que en todo el día no me ha dado tiempo a cabrearme bien con una cosa cuando me ha llegado otra.

Ahora mismo nunca ha estado el planeta tan al borde del holocausto nuclear desde hace 70 años, desde la crisis de los misiles de Cuba, con amenazas de Rusia, EEUU y misiles coreanos sobrevolando. Hace unas décadas media Europa Occidental se estaría manifestando por la paz mundial. Pero estamos ‘atocinados’.

Les propongo un ejercicio de rebeldía: cada semana indígnese por una cosa, solo por una causa, y después actúe en consecuencia. No porque el resto de grandes, medianas y pequeñas injusticias lejos o cerca de usted no merezcan su atención... simplemente por eficacia.

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