Diario Córdoba

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Jose Manuel CuencaToribio

Historia en el tiempo

José Manuel Cuenca Toribio

Élites y pueblo cordobeses

La vieja nobleza se adaptó mal que bien al modelo sociopolítico nacido en Cádiz

Imantadas contemporáneamente por Madrid y Sevilla y, en menor medida y fechas más recientes, por Málaga, las elites de la antigua ciudad califal han tenido una fragua difícil y compleja. La vieja nobleza se adaptó mal que bien al modelo sociopolítico nacido en Cádiz y consolidado décadas adelante y logró preservar sus posiciones a lo largo del canovismo, pero sin convertirse casi nunca en verdadero motor de progreso y modernidad. De su lado, una burguesía de cimientos económicos jamás robustos descubrió una capacidad creativa y un dinamismo sin muchos paralelos en urbes de mayor ascendiente y población. Debido a tal característica, varios aspectos de ciudades más avanzadas consiguieron carta de naturaleza en la que fuese capital de al-Andaluz. Así el catálogo de sus actividades educativas y culturales se reveló en diversos periodos del XIX y comienzos del Novecientos denso y contrastado. La presencia en ella de núcleos grandemente influidos por la Institución Libre de Enseñanza constituye la mejor prueba de lo expuesto, al igual que los configurados en torno a las «vanguardias» provenientes de una Sevilla en plena fiebre artístico-literaria en los decenios inaugurales de la pasada centuria.

Si se recuerda que todo este pujante movimiento cultural se desplegó en una ciudad carente de Universidad, la valoración del trabajo e influjo de sus elites se eleva notablemente, aunque sin alcanzar jamás un grado descollante, como acaeciera, por ejemplo, en la cercana Granada, según revelan testimonios tan esclarecedores como los memoriográficos de Melchor Fernández Almagro o Francisco Ayala, de lectura tan fruitiva como aleccionadora.

Indudablemente con la instauración de la primera dictadura militar del siglo XX español el tema referido --protagonismo y papel de las elites cordobesas en el novecientos- se adentra en otro plano que habrá ocasión de analizar dentro exactamente de aquí a un año.

Si arduo es reconstruir la vida de las elites novecentistas en la Córdoba de su tiempo, tal vez lo sea más el empeño de intentar acometerlo respecto al protagonismo de su pueblo. Por fortuna, empero, disponemos de estudios escasos mas muy valiosos, a la manera, entre otros, de los del sobresaliente especialista Barragán Moriana o del también destacado contemporaneísta F. López Mora, que permiten al menos un trabajo de aproche medianamente acribioso. Una de las notas más sobresalientes de dicho análisis es la riqueza prodigiosa de su mentalidad y hábitos. Asombro que reviste caracteres semi-espectaculares al reparar que casi en su totalidad era analfabeto y se encontró atenazado por alcanzar la simple supervivencia. En su dimensión masculina, las autoridades castrenses, muy buidas a menudo al justipreciar las cualidades de sus tropas, manifestaron a través de toda la centuria pasada su juicio más entusiasta acerca de los soldados de extracción y oriundez cordobesas. Igual sucedería con los altos mandos de la Guardia Civil.

Similar panorama encontramos en la conformación de los partidos políticos, en los que casi sin salvedad, la aportación cordobesa fue objeto en toda época de los mayores elogios en cuanto a su moral y disposición para conseguir plasmar en realidades positivas los afanes más acendrados. En el mismo orden de cosas, en la vertiente religiosa se constata idéntico paisaje.

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