Diario Córdoba

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Manuel Piedrahíta

El ‘éxito’ de aprobar sepa o no sepa

El director de una importante editorial de libros de texto asegura que «transmitir la verdad ya no corresponde a la escuela». Lo ha dicho Gregorio Luri al que suelo acudir cuando percibo que la no verdad, o sea la mentira, no se limita a una forma de entender la política; va más allá y puede contaminar lo más noble del aprendizaje humano. Junio es un mes muy ligado a los exámenes de Selectividad que ahora tiene como nombre oficial EBAU (Evaluación del Bachillerato para el Acceso a la Universidad). Solo el nombre indica algo de parecido con el Examen de Estado o Reválida de aquella lejana época cuando teníamos que demostrar aptitudes para saltar a la Universidad. Previamente había que estudiar y aprobar siete cursos. Algunas asignaturas cumplían con esos siete años en el Instituto de Enseñanza Media. La Reválida ya era en la Universidad ante profesores que uno no había visto en su vida. No era fácil aprobar y en ese detalle ya se nota la diferencia con la EBAU. Como dice Luri, «nuestros hijos tienen su pobre cerebro lleno de toda especie de cosas (...) pero no hay sitio para las verdades más sencillas del honor, del deber, de la moralidad». Un ejemplo lo tenemos en la asignatura Educación para la Ciudadanía que no parece mejorar la tan importante tolerancia en los alumnos. Sepa lo que sepa no se debe quedar atrás y de ahí que se practique la benevolencia en las notas. No está de moda la meritocracia y por eso nuestra educación es lo contrario a la alemana. Allí sí ponen trabas a entrar en la Universidad. Aquí se busca el «éxito» educativo artificial. Eso no es educar, es otra cosa.

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